“MISERICORDIA DEL CIELO”

 

(Escrito por Federico Hernán Bravo)

 

EPILOGO

 

E

l silencio se abatió sobre la iglesia. Illyria enmudeció por un largo minuto. Solo estábamos ella y yo en el interior del atrio, cerca del altar. Los últimos feligreses se habían ido hacia rato. Fuera del edificio, del cielo, había comenzado a caer una tenue lluvia y una leve ventisca que sacudió las llamas de las velas cercanas, produciendo sombras curiosas contra las paredes.

 

Illyria suspiró y levantó una vez más sus ojos hacia la cruz del altar.

 

-Tres días después, resucitó- continuó relatando- Sus discípulos repartieron la buena nueva entre todos sus seguidores. “Él ha vuelto”, decían, “Ha regresado de entre los muertos… ha vencido a la Muerte”.

 

-¿Y era verdad?- pregunté.

 

Illyria me miró, fijamente.

 

-Cuando lo supe, quise verlo con mis propios ojos… Fui hasta el sepulcro.

 

Silencio otra vez. Illyria se levantó de su asiento, tomó una vela del altar y observó hipnotizada la llama.

 

-¿Qué sucedió?- arriesgué a preguntar. El corazón me palpitaba fuertemente. Sentí un intenso mareo en ese momento y el olor de las velas se me antojó por vez primera insoportable.

 

-Estaba vacío- dijo, arrastrando las palabras al hablar- Estaba completamente vacío y la roca colocada en la entrada corrida a un costado. Por supuesto, ningún mortal tendría la fuerza suficiente para hacer eso… y menos, desde adentro. Estaba vacío… era una tumba abandonada.

 

Suspiré. De mis ojos brotaron lágrimas calientes y espesas. Elevé mis ojos al Cristo de la cruz y oré en silencio una plegaria.

 

-Se fue- siguió diciendo Illyria- Antes de eso, sus discípulos lo vieron un par de veces más. Les indicó como debían seguir de aquí en más, ya que él no estaría presente entre ellos, visiblemente, pero si espiritualmente.

 

Illyria apagó la llama de la vela de un soplido y la depositó sobre su lugar nuevamente.

 

-Yo hice lo mismo. Abandoné esa época… me interne en el mar del tiempo una vez mas, sola, para atravesar el limbo que separa el ayer del hoy y del mañana… y llegué a este lugar…

 

-…Para contarme esta historia- completé.

 

Ella asintió.

 

-No sé por que lo hice… no sé por que he venido a este lugar ni por que debía haberte contado todo esto… -hizo una pausa- Quizás debía hacerlo… quizás es verdad y un Poder Superior a mí misma guió mis pasos hasta este sitio y me obligó, de alguna manera, a relatarte toda esta historia… quizás…- se encogió de hombros- Quizás sencillamente todo sea solo un misterio, nada mas.

 

Illyria suspiró, evidentemente triste. Fijó sus gélidos ojos de topacio azul en la puerta de la iglesia.

 

-¿Adonde iras, hija mía? ¿Y que es aquello que me decías, en un principio, que habías aprendido de todo esto que temías reconocer?- inquirí.

 

-Adonde iré, no sé… el tiempo es infinito… ¿Dónde terminara mi viaje? No lo sé… Sobre lo que aprendí y temo reconocer quizás, por mi propia vanidad… es lo mas sencillo del universo y no encierra ningún secreto oscuro ni arcano- hizo una pausa, antes de seguir- Aprendí que el Amor y la Misericordia lo son todo. Aprendí de un verdadero Campeón lo que es arriesgarse por tus ideales e, incluso, morir por ellos. No importa si resucitó al fin como ocurrió ni si en verdad era o no el Hijo de Dios… lo que verdaderamente importa… Es luchar por lo que crees y sobre todo, Amar.

 

Asentí, en silencio.

 

-¿Te volveré a ver, hija mía?

 

-Sacerdote… no lo sé- Illyria sonrió, tristemente- No lo sé…- siguió repitiendo mientras caminaba hacia la salida de la iglesia y se volvía un momento nada mas para mirarme a mí y al Cristo en la cruz.

 

Luego, atravesó la puerta y se internó en la noche lluviosa.

 

 

 

FIN

Buffy Web Argentina