"Drusilla"

Por Federico Hernán Bravo:

EPILOGO

Mis dedos bailaban sobre el teclado de mi computadora portátil con una velocidad sobrehumana. A mi lado, en la mesa en la que usaba de escritorio, yacían desparramados una inmensa cantidad de papeles… notas garabateadas, transcripciones de la entrevista con Drusilla.

A toda velocidad, pasaba yo todo aquello a las mágicas letras electrónicas de mi computadora, dando los últimos toques de mi libro.

Mientras escribía, no podía dejarme de mirar las manos… Ahora, eran blancas, relucientes. Mis dedos se habían alargado de tal manera que eran medio finos… y muy ágiles.

…Los dedos de un vampiro…

Me detuve y suspiré. Me levante de mi asiento y me dirigí hacia un gran espejo colocado en la habitación. Trague saliva y me mire en él…

Contrario a la creencia popular errónea, los vampiros sí se reflejan en los espejos. Todavía no sé quien inventó aquello del "no-reflejo", pero deberían darle una patada en sus partes más nobles por mentir tan descaradamente.

La figura que el espejo me devolvía era la mía, sin duda, pero transformada. La sangre vampirica de Drusilla corría por mis venas, provocando cambios fundamentales en la que antes fue una fisonomía humana y enteramente mortal.

Para empezar, después de lo de los dedos y las manos, mi piel se había tornado mas blanca… tan blanca como la de mi "creadora". Por otro lado, mis ojos (negros cuando era un ser humano) ahora se vieron repentinamente convertidos… su color actual era una mezcla entre celeste y blanco, que los convertían en algo realmente exótico. Ignoraba el porque de semejante cambio fundamental, pero si a eso le sumábamos que mi vista torpe y medio miope de humano había sido reemplazada por una de lince (capaz de ver colores mas vivos que nunca o en la oscuridad), no me podía quejar.

Por lo demás, estaba más o menos igual que antes. Si, me sentía más fuerte, mas vivo… Sabía que poseía ahora una fuerza sobrenatural y que podía si me lo proponía, dar un salto tan alto hasta llegar a una terraza o partirle el cuello a alguien con una sola mano.

Esperaba que algo así no sucediera nunca.

Pido perdón al lector de nuevo. Creo que debería haber empezado esta parte del relato hablando de lo que sucedió después de que Dru me dio la sangre… después de mi conversión.

Pasé por la experiencia que todo vampiro pasa cuando es creado. La muerte se abatió sobre mi cuerpo, mientras bebía la sangre que mi amada dama nocturna me ofrecía…

Ella se mantuvo sublime hasta el último minuto, mirándome. Mientras ocurría la magia, se limitó a susurrarme cosas para tranquilizarme. Era algo extraño… Que le diera tanto amor a un acto que a ella se lo habían hecho de una forma tan… brutal, tan sanguinaria.

¿Cuántas veces habrá desangrado a alguien hasta la muerte? ¿Cuántas vidas habrá cegado, sin mostrarle tanto afecto como a mí en este caso?

Eso no importaba.

Se mantuvo conmigo hasta que ya no pude verla más y las tinieblas de la muerte se abatieron sobre mí… una muerte que duro 3 días hasta el despertar, acostado en una mullida cama en el interior del departamento lujosísimo que ella tenia en el microcentro de la ciudad de Buenos Aires, su refugio privado.

¿Qué vi cuando estuve muerto? Ese es todo un tema.

Recuerdo nebulosamente cosas. Esperaba que todo fuera como Dru dijo que le sucedió en su génesis de vampiro, pero en mi caso… fue distinto. Recuerdo flotar en un espacio nebuloso y sentir (o ver) la presencia de mucha más gente en ese lugar. Era un sitio enorme y de alguna forma, sabia que era ilimitado. Podíamos decir que el Cielo y el Infierno juntos podrían haber cabido perfectamente en aquel sitio, estuviese donde estuviese.

Recuerdo que algo o alguien se me acercó en esa bruma y que ese alguien resplandecía mucho. Ese ser (sea lo que sea) me habló y estoy seguro de que dijo cosas importantes, pero no guardo recuerdos de nada de lo que me dijo.

Después, vino mi despertar. El renacimiento como vampiro.

Dru estaba allí. Me acompaño en todo momento… algo que agradeceré eternamente.

Lo más difícil y traumático vino luego: tenía hambre.

Los vampiros jóvenes siempre tienen hambre. Debía alimentarme… eso significa que debía matar.

Dru se ofreció a acompañarme en mi primera cacería. Sentí algo de miedo y hasta casi creí que no podría hacerlo, pero luego, las cosas cambiaron.

Me llevó a un barrio apartado del centro, un lugar realmente desagradable. Creo que era una gran villa, con casas destartaladas y de techos de chapas. Gente muy pobre y humilde vivía allí… gente que día a día se esforzaba de todas las maneras posibles por salir del tugurio miserable al que sus vidas fue sumergida por culpa del destino… pero también vivían los otros. Los delincuentes, los ladrones, violadores y asesinos. Gente que traficaba drogas y que no tenía escrúpulos a la hora de matar a sus semejantes.

Sentía un hambre atroz y el dolor se tornaba insoportable. Dru dijo que todo seria instintivo y que sabría que hacer. Era cierto… apenas me acerque a la primera casa, me di cuenta que era verdad.

Eché un vistazo por una ventana de la manera en que los vampiros lo hacen sin ser descubiertos. Había cuatro sujetos ahí dentro, traficantes de drogas, delincuentes. Hablaban de sus próximos atracos, de las cosas terribles que iban a hacer sin duda alguna al día siguiente… cosas que involucrarían la muerte de gente inocente que en esos momentos dormían apacibles en sus casas.

Me enfurecí. De verdad, me enfurecí al escuchar esto. Decidí salir de mi puesto apacible y entré en la casa dando un salto, rompiendo la ventana. Los delincuentes no se esperaban esto y fue por eso que tardaron tanto en reaccionar. Aquello me fue muy a favor…

Sentí que mi rostro cambiaba. Lo sentí de una manera que se me hace difícil explicar. Mis huesos y mi carne eran elásticas y asumieron la terrible cara de un demonio ávido de sangre. Mis colmillos crecieron hasta afilarse y recuerdo bien que los ataqué. Fue muy rápido y hasta tengo que decir que quizás no sintieron dolor…

Dru miró todo desde afuera. Observó cada detalle sin perdérselo. Cuando sacie mi hambre primeriza, regrese a su lado. Sonreía, satisfecha…

-Te he hecho un ser muy fuerte- me dijo, acariciándome el rostro, que ya volvía a relajarse para volver a ser el de un humano- Tienes la fuerza de diez hombres juntos… quizás mas.

Era cierto.

Varios días pasaron desde esa primera vez. Desde entonces, Dru y yo hemos recorrido muchas veces la noche de esta ciudad, conociendo cosas que nunca soñé que conocería…

Pero en el momento presente, terminaba yo de escribir los últimos párrafos del libro que planeaba publicar, sobre su vida. Ese era el motivo de toda esta aventura sobrenatural… dar a conocer al mundo su historia.

Hay cosas que quedaran en el tintero de mi propia conversión en vampiro. ¿Qué vi en el tiempo en que estuve muerto? ¿Qué secreta revelación me fue confiada antes de que la magia oscura de los no-muertos me sacara de ese lugar espiritual donde flotaba?

No lo sé. Tal vez solamente lo soñé… Tal vez fue una suerte de alucinación mientras mi cerebro moría y revivía.

Tal vez después de la muerte no hay nada y esta nueva segunda vida es lo único que nos queda como posibilidad de subsistir. No lo sé.

Mientras cavilaba en semejantes cosas, Dru apareció en la habitación. Vestía de negro como de costumbre y su semblante seguía igual de pulcro y de exótico, como el de una estatua. Sonrió y se me acercó, abrazándome por la espalda, en un gesto tan intimo y sensual que no pude menos que entrecerrar los ojos mientras olía su perfume… ese perfume que se convirtió en mi perdición.

Dije que varias cosas quedarían en el tintero sobre mi propia conversión en vampiro… hay otra cosa mas que creo que me hace distinto de los demás seres de la noche que hay.

Se supone que cuando te conviertes en un vampiro, pierdes tu alma, lazo fundamental con el mundo de los mortales… te transformas en una criatura siniestra y ávida de muerte…

Pues bien… no sé por que, pero eso no pasó. NUNCA PERDI MI ALMA.

El fenómeno inquietaba a Dru de sobremanera. Ella no tenía explicación para este suceso. Los únicos vampiros con alma que había en la Tierra actualmente (por lo menos, conocidos) eran 2: Ángel y Spike.

El primero es sabido que se la habían restaurado hace tiempo, el segundo la había recuperado hacia cosa de un año y fue una suerte de sacrificio personal para ganarse el amor de la Cazadora.

En mi caso, todo era diferente. Nunca perdí mi alma. Nunca se fue el lazo que me unía al mundo que acababa de abandonar.

Después de las primeras vidas que me cobre para detener el dolor y saciar mi hambre de demonio nocturno, sentí culpa, remordimiento… creí que no podía continuar.

Todavía siento esos sentimientos y creo que serán el precio por haber logrado una vida que seguirá hasta el final de los tiempos… eso si alguna Cazadora no me mata primero.

Decidí por voluntad propia nunca jamás tomar la vida de un inocente. Las vidas con las que me alimentaría, serian las de los criminales, de aquellos humanos que se alejaban por voluntad de sus congeneres, convirtiéndose en depredadores de sus hermanos. Para la paz de esa alma que no me abandonó, era lo correcto.

Mas, no me proporcionaba ningún placer matar.

-¿Cómo va mi libro?- me preguntó Drusilla, sacándome de mis pensamientos.

-Bien. Solo le faltan unos retoques.

-¿No tendrás problemas para publicarlo? ¿No crees que comenzaran a sospechar de ti cuando les lleves el manuscrito?

-La editorial tiene un convenio conmigo. No hacen tantas preguntas… si el material es bueno y vende, no les importa. Además, como ves, puedo pasar por humano una vez que me alimento.

-Estoy emocionada. No sé si estaré preparada para el precio de la fama.

-No te hagas muchas ilusiones, amor- dije, separándome de ella y volviendo a mi lugar, a terminar de escribir la historia- El libro puede venderse bien, pero no creo que vaya a ser masivo.

-Me conformo con que lo lean diez personas. Es la primera vez que hago algo como esto.

-¿Ya pensaste que haremos después?

-Si que lo pensé… ¿Te gustaría ver el mundo?- preguntó, sonriendo misteriosamente.

-¿De que hablas?

Dru se me acercó y me mostró un par de pasajes para avión.

-Vaya… Estoy impresionado- dije, leyéndolos- ¿"Los Ángeles"? ¿Planeas visitar a tus viejos conocidos? ¿Un desvío para Sunnydale por ahí, quizás?

-Bueno…- suspiró, poniendo cara de niña inocente- ¿Qué pretendías? Tengo algunas cuantas ganas de volverlos a ver a todos… y además, quisiera saber como reaccionaran mi Ángel y mi Spike al ver que tienen competencia ahora… Un nuevo vampiro con alma…

-Por favor, Dru… Creo que ellos son más lindos que yo- comenté, riéndome- Creo que ni podrían hacer una serie de TV conmigo…

Drusilla se rió con ganas. Luego, se sentó sobre mis rodillas y me estrecho tiernamente entre sus brazos.

-Piensalo bien, querido. Tal vez podrías seguir escribiendo libros- dijo- Tal vez Ángel te cuente su vida… o Spike… o cualquier otro vampiro o demonio…

Sonreí. Era verdad. Se me estaba abriendo una posibilidad sin igual…

Sabía que de ahí en más, mi vida (mi nueva vida) estaría plagada de revelaciones increíbles. También sabia que la cosa no iba a ser fácil y que estaban cuestiones mas practicas como el hecho de que ahora pertenecía a un mundo oscuro y temido… pero también estaba el hecho de saber que había cosas sobre mi que tendría que descubrir. Cosas que debería investigar…

¿Qué vi cuando estaba muerto? ¿Quién me habló? ¿Por que no perdí mi alma?
¿De quien era la voz que habló con Drusilla cuando su poder de tener visiones volvió? Y lo más fundamental… ¿Qué motivó a Dru a no matarme?

-¿Por qué no acabaste con mi vida cuando nos conocimos por primera vez?- quise saber.

-Porque tuve una visión.

Silencio. La mire a los ojos.

-¿Cuándo me atacaste tuviste una visión?

-Si.

-¿Qué viste?

Sonrió. Me acarició la cara.

-Luz.

-¿Luz?

-Y muchas cosas más…

-Vas a hacer que piense que soy un enviado divino- bromeé- ¿No me puedes decir mas?

-Puedo, pero no lo voy a hacer.

-Mira que eres mala, ¿eh?- la regañe, besándola en la mejilla.

-¿Qué esperabas? Soy una vampiro…


Buenos Aires, Argentina.
13 de Septiembre de 2003

Buffy Web Argentina