"Drusilla"

Por Federico Hernán Bravo:

PRIMERA PARTE

¿Sabré describir enteramente su impactante belleza?

¿Cómo pueden siquiera las palabras escritas plasmar toda la belleza gótica que aquella mujer sentada delante de mi, aquella noche, en aquel bar de una esquina cualquiera de Buenos Aires, ostentaba naturalmente?

Imposible. La palabra escrita tiene un límite… Yo podría decirles que era alta, que era delgada, que sus ojos eran grandes y profundamente negros, de un azabache envidiable… que su piel era blanca, como la de una estatua de mármol o de porcelana fina… que su cabellos le caían, sedosos, por sobre un traje igual de negro como sus ojos…

Si, podría decirles todo eso, pero igualmente no podría describirles jamás enteramente la exuberante belleza que aquella mujer emanaba… belleza gótica, oscura y sobrenatural.

Dije sobrenatural. No ando errado… ya que se trataba de una autentica y genuina vampiresa.

Creo que el lector no se sorprenderá de saber que los vampiros realmente existen. Pero si creo que podría llegar a asombrarse de lo distintos que son a los que el cine y la literatura común nos presenta.

Al menos, Drusilla era diferente en muchos aspectos.

Mientras mis ojos y los suyos se encuentran en una larga y desesperada fracción de segundo, en el mas completo silencio, me doy cuenta de que aquella mujer ha visto cosas que yo siquiera jamás podré soñar. La sangre maldita que corre por sus venas, la misma que la vuelve inmortal, la hace resaltar por sobre la poca gente que hay en el bar a aquellas altas horas de la noche.

Nadie esta exento a su belleza. Los hombres se vuelven y la miran cuando pasan (me di cuenta de esto al acercársenos un mozo preparado para recibir nuestros pedidos de consumición. Apenas un vaso con agua para mi y nada para ella…) e incluso, las mujeres parecen admirarla y reconocer una singular hermosura en su semblante.

-Estas muy callada esta noche, Dru- le dije, para romper el clima casi mágico e hipnótico de su mirada… misma mirada que hacia tiempo atrás se fijo en mis propios ojos cuando ella casi acaba con mi vida.

-Mmmmhhh… -suspiró, esbozando una sonrisa enigmática, sin llegar a mostrarme aquella hilera de dientes perfectos e igual de blancos como la piel de su rostro. Una sonrisa que todavía me producía un cosquilleo en la parte mas profunda de mí ser.

-Bueno… ¿Consideraste mi propuesta, no?

-No estaría aquí si no fuera así.

-¡Vaya! - dije y sonreí de la emoción - Entonces… ¿Eso significa que…? ¿Vas a contarme todo?

-Todo… -otra vez un suspiro de su parte. Sus grandes ojos bailaron por un momento hacia el techo del local. En sus labios, la sonrisa seguía petrificada.

…Era una autentica estatua de porcelana…

-Francamente hablando, querido… ¿De verdad quieres oírlo todo? ¿De verdad te interesaría saber todo eso?

-Si. De verdad, me interesaría- le dije. Y era cierto, me interesaba el 100 por 100.

-Vienes pidiéndome esto desde que nos conocimos… ¿Te acuerdas?

-¿Cómo voy a olvidarlo? Supongo que no todos los días le perdonas la vida a un mísero mortal para ser tu amigo, ¿no?

La manera en la que había pronunciado aquellas palabras la llenaron de gozo. Rió y fue una genuina carcajada de loca… Cualquiera a estas alturas la habría mirado con aprensión, mas no yo.

Estaba acostumbrado a cosas como esta y es mas… me fascinaban.

-¿Por qué a ustedes los escritores les encanta meter sus narices en todo?- preguntó, acomodándose en su asiento de manera tal que quedo mas cerca mío y pude oler ese perfume… el perfume de su cuerpo… un cuerpo que tenia tanto de vivo como los que yacían en los cementerios.

Perdón. Creo que eso fue una exageración. Dru estaba viva, pero como vampiro, su cuerpo no funcionaba ya del todo como el de un ser humano cualquiera. En parte, estaba muerto… No me pidan que les explique como funcionaba esta magia oscura, puesto que apenas la entiendo yo mismo.

-Supongo que es el hecho de saber… de conocer… y de vender una buena historia con la que las editoriales puedan pagarnos para poder subsistir. Algunos todavía estamos vivos, amiga.

Más risas de su parte. Hubo algunos murmullos de la poca gente que nos rodeaban. Algunas cabezas se volvieron de reojo para mirarnos.

-Pero la verdad es… que ansío conocer tu historia. Tu vida… es un completo misterio para mí. Entraste en mi vida hace tiempo y casi me la quitas… decides no hacerlo y digamos que todo eso me intriga. Todo en ti me intriga, Dru…

-Cuantas palabras bonitas- susurró- Si todo eso es para convencerme, lo has hecho.

Sonreí para mis adentros. Estaba realmente ansioso por escucharlo todo. Tenia conmigo una mochila, en donde había traído un par de cosas y entre ellas, un pequeño grabador, con suficientes cintas para poder registrar la charla. Creo que en ese momento lo saque del bolso y lo coloqué delante de ella, en silencio.

-Entrevista con el vampiro- dijo.

-En este caso, con "la" vampiro.

-Espero no aburrirte con lo que voy a contarte.

-Sabes que NADA acerca de ti me aburre.

-¿Y por donde empiezo?

-Creo que te sentirías mas cómoda relajándote y dejando que tu memoria te lleve al primer lugar que recuerdas de tu existencia como mortal.

-Mmmmmhhh… ¿No crees que a tus lectores les gustaría saber primero como nos conocimos? ¿Cómo es que la dama de la noche le perdono la vida a un "miserable mortal", para usar tus palabras?

…Fruncí levemente el entrecejo. Era verdad…

No es que haya mucho que contar de la primera vez que Drusilla entro en mi vida. Nos conocimos una noche, en la que yo andaba perdido, deambulando por los callejones oscuros, con mis cosas a cuestas, mis problemas y mi afán de encontrar historias mezcladas con lo sobrenatural en la gran ciudad.

Ella apareció ante mi, alta y esbelta, bella como una estatua antigua. Luego, su rostro cambio… sus ojos negros se tornaron amarillentos, casi felinos… su frente se volvió abultada y un par de filosisimos colmillos emergió en su boca.

Con un rugido animal se abalanzó sobre mí y a punto estuvo de acabar con mi vida. Yo no atine a hacer nada dado que todavía estaba impactado por dos cosas… La primera era la hermosura gótica de su aspecto humano y la segunda, la fascinación visceral que ejercía en mí el hecho de estar frente a frente a un verdadero vampiro.

Ella se debió de dar cuenta de esto, pero no sé muy bien todavía (no me lo ha querido decir) mi vida no termino aquella noche. Dru se detuvo a centímetros de perforar la piel suave de mi cuello para alimentarse y me miró.

…Por un largo, largo segundo (que a mi me pareció eternidad) ambos nos miramos…

Su rostro demoníaco se relajó y la cara humana volvió a ocupar su sitio. Seguimos mirándonos por otro largo rato, sin decirnos nada…

-¿Es que no vas a luchar?- me preguntó, al fin.

-Dios santo… Eres… Eres… Hermosa- creo que fue lo primero que dije.

Su cara de porcelana se quedo inexpresiva. Luego, se rió… se rió con una de sus clásicas carcajadas de loca, ya que en síntesis, así era como ella estaba.

Completamente loca.

Sin embargo, no me mató. Se separo de mí y me ayudo a ponerme de pie. Desde ese momento, se convirtió en mi amiga.

El lector sepa disculpar. Estoy seguro de que ustedes saben en parte que dicen que los vampiros son depredadores. Ahora yo lo sé, claro… Los vampiros son demonios, depredadores… matan no solo por hambre, sino por placer, porque les gusta.

Pero Dru no lo hizo. Por alguna razón, no me mató.

De ahí en adelante, serian varias las noches en las que nos veríamos. Noches en las que compartimos muchas cosas, excepto la historia de su vida, que era el motivo que nos llevaba al presente…

Muchas veces le rogué que me dijera cosas de ella, que me contara mas acerca de su génesis de vampiro y de todos los años que paso siendo un demonio dedicado a la perversión, a la oscuridad.

Estaba (estoy) fascinado con ella. Es el tipo de fascinación que todos solemos tener hacia lo grotesco, hacia lo gótico y lo oscuro. Aquello que más nos asquea… aquello que más aborrecemos… en lo profundo de nuestras almas, es lo que MAS DESEAMOS.

Volviendo al momento presente, le dije a Drusilla que sin duda, en el libro que planeaba hacer de sus anécdotas, seguro que les contaría a mis lectores como nos conocimos, así que lo único que me quedaba era escuchar su relato y sumergirme en el oscuro mundo de los vampiros, solamente de la UNICA forma en la que podía hacerlo.

…A través de ella…

-No sé, no sé- canturreo, haciéndose la misteriosa- Sinceramente, Federico, creo que te estas metiendo en algo muuuuuuy grande. Dime… ¿Estarías dispuesto a todo por escucharme?

-Dru… Por ti estoy dispuesto a tantas cosas- dije, sintiendo que si la charla y su tono seguía siendo tan meloso y sensual, terminaría arrojándome a sus brazos listo para que me hiciera suyo, de la forma en que ella quisiera.

-¿Y si te dijera que la cosa no tiene el mas mínimo sentido?

-¿La vida tiene sentido, acaso?

-Vaya… Eso sonó duro. Pensé que eras católico. ¿Qué acaso ustedes no viven siempre con la esperanza bajo el brazo?

-No exactamente, pero te recuerdo que no soy católico… no del todo… Para empezar, un buen católico no estaría hablando con una vampiresa de unos cuantos cientos de años de existencia.

-No tengo tantos- confeso, conteniendo una nueva risa de su parte- Conozco a otros vampiros que son mas viejos que yo… Mis creadores, por ejemplo… Darla, Ángelus…- hizo una pausa- Mi Ángelus… mi amado Ángelus…

-Creo que me contaste algo de ellos hace tiempo, pero no todo como yo quisiera saber. ¿Por qué no empiezas con ellos?

Sonrió (en realidad, creo que nunca dejo de hacerlo) y permaneció en silencio un segundo.

-¿Cómo era tu vida antes de ser lo que eres?- pregunte, prendiendo el grabador.

-Normal. Sencillamente normal… y aburrida- suspiró, reclinándose en su asiento y echando una mirada al exterior salpicado de estrellas y luces artificiales- Yo era la mas chica de mis hermanas. Éramos una familia burguesa típica de la Londres del siglo 19… Nada del otro mundo. De día, salíamos a nuestros estudios y de noche, permanecíamos en casa, con nuestros padres. Era bien visto en aquel entonces que las jóvenes de poca edad no tuvieran tanta permisividad para hacer cosas que hoy en día las chicas hacen con total libertad.

-¿Te sentías asfixiada con todo eso?

-A veces si, a veces no- confesó- Tenia su encanto. La noche, por ejemplo… Era lindo las noches en las que nevaba (deberías ver Londres en plena nevada, en el siglo 19) juntarnos con mi madre, mi padre y mis hermanas al calor de una chimenea ardiente. Las charlas eran las típicas de una sociedad conservadora y creo que te aburriría a ti y a tus lectores si tuviera que constárselas.
"Pero todo tenia su encanto… Si supieras cuanto añoro el calor del fuego recorriendo mi piel… la sensación de bienestar que significaba pertenecer a algo… formar parte de algo y mas, si ese algo era una familia…"

-¿Eras rica?

-Si y no. Teníamos dinero suficiente para hacer muchas cosas que el común de la gente, pero no éramos pomposamente millonarios. Mi padre tenía importantes negocios con comerciantes del exterior y de vez en cuando, viajábamos a otros países, pero esto era menos infrecuente en los últimos años de mi vida como humana.

-…En síntesis, tu vida era normal…

-Aburrida.

-¿Por qué dices eso? Conozco a tanta gente que añoraría una vida así…

-¿De veras?

Hubo un ligero tono de burla en esa pregunta, pero decidí no interrumpirla. No estaba juzgándola, solamente, escuchándola.

-¿Y cuando fue que las cosas cambiaron?

-Bueno…- dudó- Todo empezó con las visiones…

-¿Visiones?

-Visiones… pantallazos de sucesos… Creo que sabes de estas cosas.

-He leído y he entrevistado a un síquico una vez… pero sigue… ¿Dijiste que tenias visiones? ¿Cómo fue eso?

-Al principio, lo tomaba como algo gracioso e incluso, no le daba mucha importancia… pero a medida que el tiempo pasó y las cosas que veía se fueron cumpliendo…

-¿Eran como premoniciones esas visiones?

-Si… Eran como avisos de cosas que iban a ocurrir luego. Aparecían en mi mente constantemente. A veces era un accidente de una carreta, otras una catástrofe natural… Las visiones se convirtieron en todo un tema en mi casa…

Silencio. Dru meditaba y sus grandes ojos volvieron a perderse en la ventana cerca de donde estábamos. Por un momento, temí que su locura le impidiera continuar, pero no… siguió hablando.

-Una vez tuve una visión de un derrumbe en una mina, donde trabajaba un importante socio de negocios de mi padre. La visión me ataco en el momento en que estaba en mis estudios y todo mundo me miro como si yo estuviera loca… Fue realmente desagradable.

-¿Y que pasó?

-Lo usual- sonrió- Nadie me creyó. Yo empecé a decirles a todos que iba a haber un accidente en la mina del viejo cantero, pero nada… incluso, mi propia familia creyó que desvariaba e insistieron en que debía dejarme de decir cosas como estas, o Dios iba a castigarme… "A las chicas malas las castiga Dios", decía mi madre. Era la frase que siempre usaba en estos casos. Bien, el hecho es que la mina se derrumbo como había dicho que sucedería, matando a dos trabajadores y entonces, todo mundo termino temiéndome…
"De chica buena pase a chica mala. La gente empezó a murmurar cosas feas sobre mí. Cada vez que pasaba con mis hermanas por la calle, la gente se volteaba y decían: "Ahí va la bruja". De esa forma era como me decían… la bruja…"

-Que horrible- comenté- Supongo que esto no te caía para nada bien.

-Lo odiaba- dijo y por primera vez, vi la ira asomarse en sus ojos negros- Lo aborrecía. ¡Ojala pudiera haber sido una verdadera bruja para matarlos a todos!

Un mozo se acerco a nosotros, preguntando si íbamos a querer algo más. Yo volví a pedirle un vaso con agua mientras que Dru ni siquiera se molesto en mirarlo.

-La bruja mala… mala, mala… la bruja mala- repetía sin cesar, en mitad de murmullos.

-¿Y luego que ocurrió?- inquirí, tratando de devolverla a sus recuerdos y a la normalidad.

-Mis padres. Me tenían miedo también… mi madre me dijo… mi madre creía que estaba maldita- hizo otra pausa- Ella creía que ver cosas era una ofensa ante Dios… que solo él podía ver las cosas antes de que pasaran.
"Mi padre era un poco mas racional, pero estaba de acuerdo que su hija no estaba del todo "entera de la cabeza"… Finalmente, después de semejante revuelo en casa, se decidió que yo debía asumir los votos…"

-¿Perdón…?

-Ser monja. Internarme en un claustro. En parte, creí yo misma que tal vez tuvieran razón. ¿Y si mis visiones no eran cosas buenas? ¿Y si no eran de Dios? Así fue que decidí en parte yo misma que mis padres tenían razón y me metería a monja.

-Vaya. Eso no lo sabía. Monja…

-¿Alguna vez pensaste en tomar los hábitos, Federico?

-Si.

-¿De verdad?- sus grandes ojos mostraron una divertida fascinación- ¿Y eso por que?

-No lo sé. Creo que quizás… la vida silenciosa en algún claustro me vendría bien. Algunos me dijeron que yo funcionaria bien en esas cosas. Francamente hablando, lo dudo.

-El padre Federico entra en la iglesia- dijo, riéndose- Bueno… la sotana te quedaría bien.

-Muy graciosa. El negro es mas tu color que el mío… Sigamos con tu relato. ¿Tomaste los hábitos?

-No llegue a hacerlo… Digamos que me lo impidieron.

************

Un monasterio en Londres. El año, 1860… En el interior del gigantesco edificio gótico, los monjes están cantando una canción religiosa, en alguna parte. Drusilla, joven, viva y fresca entra en el lugar, caminando por los bancos vacíos de gente hacia los confesionarios. Antes de entrar se arrodilla delante del altar con una gran cruz y se persigna.

Luego, se pone de pie y reanuda su marcha. Siempre en completo silencio entra en uno de aquellos reducidos cubiculos sin percatarse que del otro lado, se estaba produciendo un feroz forcejeo entre el cura párroco y un sujeto joven, de mirada rapaz y cabellos largos. Un forcejeo que terminó con la muerte del sacerdote de una mordida fuerte en su cuello y con su sangre siendo succionada por el feroz vampiro que había osado lo que ningún otro de su raza se atrevía: entrar y alimentarse en una iglesia, un lugar sagrado.

-Bendígame padre, por que he pecado- dijo Drusilla, bajando la vista y concentrada en si misma.

En el confesionario, el vampiro Ángelus levanto su vista, sorprendido. El cuerpo del sacerdote católico yacía muerto a su lado y su rostro demoníaco revirtió inmediatamente a humano, fascinado y a la vez, divertido con lo que estaba sucediendo. ¡Aquella bella joven no se había dado cuenta de lo ocurrido y creía que hablaba con un cura!

-Hija mía- dijo, con una voz gruesa que trataba de disimular la burlona felicidad que aquello le estaba produciendo.

-Han pasado dos días desde mi última confesión…

Ángelus se acomodó en su asiento y sonrió. Estaba lleno de la sangre robada al sacerdote, pero de todas formas, podía oler a aquella joven bella desde donde estaba… y le gustaba.

-¡Oh, padre! ¡Tengo tanto miedo!- dijo ella, con voz temblorosa.

-El Señor es muy misericordioso. Dime tus pecados, niña.

-Las visiones, padre… han vuelto- Dru tragó saliva y contuvo un sollozo- Mi madre dice… que estoy maldita. ¡Que ofendo a Dios con esto! ¡Dice que soy mala!- exclamó, sintiendo su cara húmeda por las lagrimas- Pero no soy mala, padre. ¡Lo juro! ¡Lo juro! Trato de ser pura a su vista… N-No quiero ser una cosa mala…

A estas alturas, Ángelus estaba a punto de reírse a carcajadas, sin embargo, se contuvo y continúo con el engaño…

-El Señor tiene planes para todas sus criaturas- le dijo- Incluso, una demoníaca niña como tú…

-¿Demoníaca?

-¡Si! Eres un engendro de Satanás. Todos los Aves Marías del mundo no van a ayudarte. El Señor te castigara…

-¿¿Qué puedo hacer??- la voz de Dru sonó desesperada.

-Cumplir con su plan, niña, con su mandato… Sé malvada. Conviértete en lo que eres… En la bruja que eres.

-¡No! ¡Quiero ser buena! Q-Quiero ser… pura.

Drusilla lloraba. Sus manos se movían frenéticamente acariciando los pliegues de su vestido.

-Padre… le ruego… ¡Ayúdeme!

-Muy bien… Calma, calma… Diez Padrenuestros y un acto de ayuno… ¿Qué te parece?

-¿Y eso… servirá?

Ángelus sonrió y levantó la división que le impedía a la muchacha verlo directamente, dejándola contemplar su grotesco rostro de vampiro burlón.

-¿Y tú que crees?

************

Después de oír esto, permanecí en silencio.

En realidad, tanto Dru como yo permanecimos de igual forma. Afuera, un automóvil rompió la quietud y la calma de aquella noche veraniega y varias personas entraban y salían del bar, absortas en lo suyo.

-Dios mío- dije- ¿Y ahí fue cuando te convirtió?

-No. Fue la primera vez que me vio. Me dio tal susto de muerte que corrí y volví a mi casa, sintiendo que la razón me abandonaba. Pero claro, no se iba a olvidar de mi así nomás… Yo era un juguete nuevo para él… un nuevo divertimento en su vida… y además, le gustaba. No… creo que desde el primer momento en que me vio, decidió que me haría suya.

-¿Qué hizo Ángelus luego?

-Supongo que se dedico a volver a su guarida, la que compartía con la vampiresa que lo había creado, Darla. Su obsesión por mi lo llevo a atormentarme. Por días, creo que no pase una noche en la que me asomara a la ventana de casa sin verlo. Él estaba allí, parado entre los árboles, mirándome desde lejos… sonriendo, con su cara angelical…

Dru esbozó una sonrisa maniática. Por un momento, se me helo la sangre, pero tuve a bien sobreponerme.

-Y allí estaba día tras día… después de la puesta del sol. O cuando salía con mis hermanas… En cada vuelta de esquina, lo veía… me observaba… me espiaba… me seguía… Era aterrador.

-¿No había nada que pudieras hacer? ¿Les dijiste a tus padres acerca de él?

-No me creyeron. Pensaron que era otra de mis visiones o esas cosas… Creo que estaban convencidos a esa altura de que yo estaba loca. Al final, todo fue en vano… Ángelus tenía planes para mí. Mató a toda mi familia… pero lo hizo uno por uno, de forma en que me atormentara… primero, asesino a mis hermanas, después, a mi madre y por ultimo, a mi padre…

-Dios mío.

-…Fue entonces que me quede sola… totalmente sola. Yo no conocía la soledad, hasta que me arrebató todo lo que tenia.

-¿Y después te hizo un vampiro?

-Esa fue la culminación de todo. Creo que lo tenia todo calculado de antemano, aunque mi Ángelus nunca fue de calcular las cosas- sonrió- Digamos que él solamente actuaba por "puro instinto"… como un animal…- otra vez hizo una pausa- Me tomó el ultimo día que fui a la iglesia, decidida a convertirme en monja. Irónico, ¿no?

Me quede callado. Meditaba sobre lo que había oído.

Fue en ese momento en que mi grabador provoco un chasquido audible que indicaba que la cinta de aquel lado del casette se había terminado y que la "entrevista" debería esperar a que le diera una vuelta para seguir grabándola…



CONTINUARA…

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