“EL ÁNGEL CAIDO”

 

(Escrito por Federico Hernán Bravo)

 

PRIMERA PARTE

 

ACLARACIÓN AL LECTOR: Para entender el fanfic que sigue a continuación, es imprescindible haber leído antes los cuatro anteriores que conforman toda la saga de “Historias de Vampiros”: “Drusilla”, “William, el Sangriento”, “Ángelus, el Terrible” y “Darla”. Todos ellos, fanfics publicados en esta misma página…

 

Afuera, el cielo esta estrellado.

 

Según el reloj de la torre de la plaza, son las doce de la noche… La hora de las Brujas.

 

Mientras me acomodo en mi asiento, en aquel pequeño pero coqueto bar de una de las tantas esquinas de la ciudad de Buenos Aires, mi acompañante parece disfrutar con aquella situación.

 

Me observa en todo momento, con sus ojos disimulados bajo unos lentes oscuros (impropios para el momento y la hora) y las manos entrelazadas, en un gesto de meditación, apoyado en la mesa.

 

Para empezar, debo describirlo un poco mas para que el lector se de a una idea de cómo era aquel sujeto. Se trataba de un hombre joven, casi un muchacho como yo, de pelo largo y rizado, cejas pobladas y casi espesas, flaco y con un rostro que variaba entre la inocencia angelical y la ferocidad animal. Estaba vestido con una gabardina negra, debajo de la cual, se observaba una suerte de camisa del mismo color y unos pantalones tejanos deslustrados. Coronaban todo aquello un par de botas de cuero, en sus pies…

 

Para la poca gente que nos rodeaban, aquel tipo podría pasar por un ser humano sencillo y ordinario, una persona un tanto exótica y extravagante que ya no llama la atención en tamaña jungla urbana como lo era Buenos Aires, donde solía verse incongruencias mas insólitas que el aspecto físico de mi acompañante.

 

…Mas, si todos ellos supieran que aquel sujeto era el mismo Diablo, creo que la cosa cambiaria bruscamente…

 

Por mi parte, creo que los lectores recordaran que yo era un vampiro con alma. Un vampiro que había hecho un largo, largo viaje en busca de respuestas al por qué de su existencia y que había conocido a otros congeneres, muchos de los cuales se habían convertido en cierta medida en mis amigos…

 

Si, eso lo saben, seguro. También saben que en mi ultima historia (“Darla”) yo había tenido un sueño, un sueño donde el mismo Demonio se me manifestaba y que luego, el Maligno en persona había ido a buscarme, salvándome la vida de un accidente aéreo que mas tarde, me enteraría que le costo la vida a cientos de pasajeros de aquel vuelo donde yo iba.

 

Después de salvarme de aquello, Mefistófeles me llevó a la montaña más alta del mundo, donde me comunicó que estaba allí para darme las respuestas a mis preguntas, pero que, a cambio, yo debería escribir un libro… SOBRE ÉL.

 

Debo confesar que dudé. En aquellos primeros momentos dude… Recordaba las palabras de mi amiga Nuria, la joven bruja que me había ayudado tanto con el asunto del fantasma de Darla*  y no podía menos que sentir cierto temor ante todo aquello…

 

*(Ver mi anterior fanfic, “Darla”. Nota del autor)

 

…Pero decidí jugármela y aceptar. No tenia respuestas al enigma de mi existencia y sinceramente, aquella era una carta que se me ofrecía, una carta arriesgada, claro, pero… ¿¿¿Tenia alguna otra opción???

 

-La verdad es que no- dijo Mefistófeles, sorprendiéndome.

 

-¿Qué?

 

-Que no tenías otra opción, digo.

 

Me quede callado. Había poca gente en el bar y no podía menos que sentir algo de melancolía, ya que el lugar elegido para la nueva entrevista era, en cierta medida, parecido al que inicio todo… al bar donde entrevisté a Dru sobre su vida de vampiro.

 

-Telépata, ¿eh?- dije, frunciendo el ceño.

 

Mefistófeles sonrió y volvió su mirada hacia la solitaria calle del exterior. Un par de automóviles pasaron por allí, provocando cierto estruendo indeseable en el lugar…

 

-Están corriendo una “carrera”- me dijo- Son dos jóvenes… dentro de… Pongamos, exactamente una hora, se van a estrellar en mitad de una ruta cerca de la salida de la ciudad contra un microbús que viene desde el interior del país, con pasajeros dormidos abordo. Toda una tragedia…

 

Sentí asco. Por un momento, casi se me antojo levantarme de mi asiento y salir de allí, dejando a aquel nefasto ser diabólico solo, pero por alguna extraña razón, no lo hice. Había llegado demasiado lejos y no pensaba echarme atrás. Era hora de respuestas…

 

-Eres un cínico- dije.

 

-Y tú un vampiro- replicó, bajándose un poco los lentes oscuros y dejándome ver sus feos ojos inhumanos de serpiente- Como ves, el mundo todavía conserva su orden… Algo que creo que al “viejo de allá arriba” debe agradarle.

 

-Vamos a aclarar algo…- me acomodé definitivamente en mi asiento y le sostuve la mirada- Voy a escribir el susodicho librito sobre ti, pero a cambio quiero respuestas… Quiero que me digas para que existo y por qué no perdí mi alma cuando me convirtieron en vampiro.

 

-Todo a su tiempo, amigo mío… Todo a su tiempo… Primero, creo que deberíamos tomar algo, ¿no te parece?- se volvió hacia un mozo que pasaba por allí, llamándolo- Por favor, dos cafés…

 

El mozo tomó el pedido y se retiró. Volví a fruncir el ceño y me le quede mirando largo rato, antes de hablar otra vez.

 

-Sinceramente, no te ves como el Diablo que uno podría esperar- comenté.

 

Mefistófeles rió ante aquel comentario. Era una risa seca y desagradable. Abrió tanto la boca que se me antojo un pozo sin fondo, un abismo donde las almas serian tragas y consumidas.

 

-¿Qué esperabas? ¿Cuernos? ¿Cola? ¿Tridentes y color rojo?- meneo la cabeza, riendo- No, nada de eso… Todo eso es una mala interpretación de los viejos pensadores del Cristianismo. Yo no soy así…

 

-Bueno… Veo que no.

 

Más risas de su parte. El mozo regresó al rato con los cafés… Mi compañero tomó su taza con sumo cuidado y bebió, deleitándose con el vapor que salía del líquido espeso y de color oscuro.

 

-Una delicia…- comentó.

 

-Quiero respuestas, señor Satanás- dije, serio.

 

-Mefistófeles, por favor- contradijo- Satanás es un nombre que realmente… me desagrada.

 

-Pero es tuyo.

 

-Es un nombre viejo y cursi… Me gusta más este otro.

 

-Bueno, “Mefisto”… ¿Vas a darme mis respuestas?

 

-Todo a su tiempo- repitió- Si, te las voy a dar, pero primero, tienes que poner a funcionar ese grabadorcito que tienes allí y registrar la historia que te voy a contar… mi historia.

 

-Yo todavía no entiendo el objeto de todo esto… ¿¿Por qué el mismo Diablo quiere que yo escriba sobre él??

 

-Podría darte muchas razones, pero la mas fundamental, es que sinceramente, el mundo me ha olvidado, amigo.

 

Sonreí, irónico.

 

-¿Olvidado?

 

-¿No te has dado cuenta? ¡Me han olvidado! Ya nadie habla de mí… Es mas, no creen en mi existencia.

 

-Que feo para tu ego, ¿no?

 

-¿Eso fue algo sarcástico?

 

-Tómalo como quieras.

 

Lejos de ofenderse, Mefistófeles sonrió.

 

-Me gusta tu sentido retorcido del humor- aseguró y bebió otro sorbo de café- Has recorrido un largo camino… Me encantaron tus anteriores libros, ¿sabes? Drusilla, William, Ángelus y Darla… todos muy bonitos.

 

-Estas dando muchas vueltas- lo interrumpí- Si no voy a tener respuestas, no va a haber entrevista y, creeme, que no me agrada ni en lo mas mínimo hablar contigo.

 

-¿Entonces por que estas aquí?

 

Silencio. No le respondí.

 

-Tienes curiosidad- siguió diciendo, arrastrando las palabras al hablar- Te mueres en realidad por saber cosas de mi y de Dios, ¿no?

 

-Tal vez si- confesé.

 

-Si, lo sabía…

 

Suspiré y saqué mi grabador. Coloque un casette con cinta virgen en su interior y me prepare para iniciar la entrevista… la última entrevista.

 

-Si este va a ser mi quinto libro, espero que sea mejor que los anteriores- dije, con tono sarcástico.

 

-Creeme que lo será… ¿Estas listo?

 

Asentí. Mefistófeles se secó la boca con una servilleta blanca y se reclinó en su silla.

 

-En el Principio, creo Dios los Cielos y la Tierra…- recitó.

 

************

 

Buenos Aires de noche.

 

La ciudad tenia ese no sé qué cuando caía el sol. Era como que una vida nueva y realmente extraña (y exótica) empezaba.

 

Mientras la gran mayoría de las personas dormían, apretándose contra sabanas y frazadas en sus camas, otro grupo de gente se movían por allí, viviendo mil y una aventuras. En esta ciudad y por la noche, te pueden pasar cientos de cosas…

 

…Una de ellas es hablar con el mismo Diablo en un pequeño bar de una esquina, como me pasaba a mí en esos momentos…

 

Quede algo sorprendido de escuchar de boca de aquel insólito ser las primeras palabras de la Biblia. Él sabia de mi turbación y sonrió… había empezado a hablar, pero de repente, se calló. 

 

-Eso es del Génesis- dije

 

-Veo que hiciste la tarea…

 

-¿Tiene que ver con la historia que me quieres contar?

 

-Todo tiene que ver con todo, amigo.

 

-Sigue…

 

Mefistófeles sorbió otro poco de su café y continúo hablando.

 

-Como te decía, en el Principio, creó Dios los Cielos y la Tierra… La Tierra por aquel entonces, estaba vacía y en vías de desarrollo… Digamos que, en palabras simples, era un planeta poco apto para la vida en ese entonces… Mientras la Tierra comenzaba su periodo de existencia, en el Cielo, ya había movimiento… y mucho.

 

-¿Te refieres a ti y los demás ángeles?- inquirí.

 

-Si… Nosotros fuimos la primera creación de Dios- había algo de orgullo en esas palabras. Creo que Mefistófeles quería dar a entender ese sentimiento- Éramos perfectos y poderosos… Unos genuinos reflejos de Dios.

 

-¿Cómo es Dios?

 

Silencio. Me miraba directamente a los ojos.

 

-La pregunta de tu vida- comentó, con tono de burla- Tienes al mismo Diablo enfrascado en una entrevista y le preguntas como es el aspecto de Dios… ¿Sabes que podría ofenderme e irme antes de que pudieras pestañear, siquiera?

 

-¡Yo solo hice una sencilla pregunta!- repliqué, ofuscado- ¡Tú quieres que escriba un libro sobre ti! ¿Es eso correcto? ¡Si es así, tengo que saber TODO!

 

-Ya, ya…- dijo, riéndose- Esta bien, vampirito con alma con ínfulas de escritor… No te ofendas… Te diré lo que quieres saber…

 

Hizo una pausa. Sorbió otro trago de su café y le echó una mirada al cielo estrellado del exterior del local donde estábamos.

 

-¿No vas a beber tu café?- preguntó, señalando mi taza.

 

-No tengo sed- declaré.

 

-¿De veras?- otra vez el tono de burla en su voz. Enarcó una de sus espesas cejas y me dedicó una de sus más amplias sonrisas- ¿Y ni siquiera te tienta nadie de aquí?

 

-Te estas pasando de la raya. Me voy a enojar…- le advertí, apretando los puños y los dientes.

 

Como era de esperarse… se rió.

 

-Un vampiro que no quiere tomar sangre humana… ¡Que cómico!- al ver que yo ya me estaba preparando para irme, me hizo un gesto con las manos que indicaba perdón- ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Vaya! Que te ofendes muy rápido…

 

-¿Podemos retomar el hilo de la charla?

 

-Claro…- hizo otra pausa- Me preguntaste como es Dios… Buena pregunta… Se nota que sirves para esto… Dime, mi amigo… ¿Cómo crees tú que es Dios?

 

-Eso es hacer trampa… El que va a hablar acá eres tú. No yo.

 

-Bueno… Si va a ser así toda la entrevista…

 

El Diablo se puso de pie y ya sacaba de entre sus ropas una abultada billetera, dispuesto a pagar la cuenta e irse.

 

-Adiós- dije, cruzándome de brazos y sonriendo- Que te vaya bien en el Infierno…

 

-¿No vas a evitar que me vaya?- preguntó.

 

-No voy a caer en tu juego… Si te vas, pues… Adelante. ¡Adiós!

 

Otra vez enarcó sus cejas. Guardando la billetera, se volvió a sentar.

 

-Eres persuasivo, amigo- otra vez me mostraba sus dientes en una congelada sonrisa. Sentí pánico, pero trate de ocultárselo. Inútil, ya que era capaz de saberlo igual.

 

-¿Cómo es Dios?- insistí.

 

-¿Cómo crees que es él?- replicó.

 

-Creo que si existe, es una energía poderosa que abarca el cosmos y comprende todo- declaré, fastidiado.

 

-Una bonita definición modernista…

 

-¿Qué insinúas?

 

-Dios no es así, amigo.

 

El peso de esas palabras quedaron suspendidas en el aire. Temí inquirir sobre tal cuestión, pero si quería respuestas (y saber como era la cosa) tenía que hacerlo…

 

-¿A que te refieres?

 

-Dios no es una cosa- me explicó- Es un ser… Un Ser Supremo, claro.

 

-¿Tiene forma?

 

-Claro que si.

 

-¿Y como es? No me vas a decir que en verdad es un anciano de barba blanca, con cabellos del mismo color y una túnica…

 

Asintió. Sentí una punzada de asombro ante tamaña revelación.

 

-“…Y Dios creo al Hombre a su Imagen y Semejanza”- otra vez me reprodujo un fragmento del Génesis- Si Dios fuera una energía, una cosa… ¿Cómo se explica esta frase?

 

-Entonces… ¿Es como nosotros? Quiero decir… ¿Cómo los humanos?

 

-Como los mortales, no… Pero si te refieres a que es como ellos en el sentido de que tiene forma humana… bueno… Si.

 

-Caray… ¿Y él te creo a ti y a los demás ángeles?

 

-Si.

 

-¿Qué hay respecto a ellos? ¿Son como tú? Es decir… ¿Tienen forma humana?

 

-Si… bueno, no son como yo, claro… todavía permanecen fieles al “Señor”, pero… si.

 

-Dijiste que ustedes (los ángeles) fueron la primera creación de Dios… Háblame de eso. Cuéntame del Inicio de los Tiempos.

 

-Vivíamos felices, al principio…- el tono de voz de Mefisto se había vuelto realmente soñador en este punto del relato- …Gozando de la felicidad y dicha impertérritas propias de un mundo como el Cielo… hasta que un buen día, al muy querido Dios se le ocurrió hacer a la Humanidad.

“Yo ocupaba en ese entonces una posición de privilegio entre las milicias celestiales. Era la mano derecha del Señor… su hijo mas querido, por así decirlo… Cuando me enteré de ese “pequeño” experimento que nuestro Padre Sabio se proponía hacer, traté por todos los medios de disuadirlo… Le dije: “¿Crear seres de carne y sangre, con un alma? Perdón, Santo Padre, pero para mi es un error”, fueron mis palabras.

 

-¿Y él que te dijo?

 

-Se le borro la sonrisa habitual que siempre tenia- comentó, como quien cuenta una anécdota un tanto divertida- ¡Deberías haberle visto la cara! Se le frunció el ceño y me dijo: “¿Es esa tu opinión, Lucifer? Pues me importa poco lo que pienses… Yo soy Dios y si quiero, voy a hacerlo, con o sin tu aprobación…”

 

Me resulto cómica en cierta medida la manera en que me contó esto. Agravo la voz como imitando la de una persona bastante enojada y la sonrisa de ironía no lo abandonaba nunca.

 

-Un error…- meneo la cabeza, acabando con su café- Pero él fue y lo hizo… Creó a la Humanidad. ¡Aleluya!

 

-¿Ese fue el corazón de la Caída?- le pregunté- ¿Celos? ¿Envidia?

 

-Envidia les tenía, no voy a mentirte… De la noche a la mañana, esas horribles criaturas peludas con sus almas atrapadas en sus cuerpos me dieron algo de envidia… y rabia. ¡Nosotros, los ángeles, éramos puros! ¿Por qué Dios ya no nos prestaba la atención de antes? Estaba dedicado el 100 por 100 a la Humanidad y apenas nos hablaba ya… Como te puedes imaginar, no era el único descontento por allá arriba…

 

Mefistófeles se me acercó un poco mas, como a punto de narrarme una confidencia.

 

-A pesar de que muchos creen que soy el único “Ángel Caído”, lo cierto es que muchos de mis ex hermanos que todavía están allá, a su servicio, piensan lo mismo… Crear a seres de carne, con almas atrapadas en sus cuerpos, era un genuino error.

 

Volvió su juvenil rostro al cielo estrellado, desafiante.

 

-¿Escucharon eso, Miguel, Rafael y demás?- susurró, con odio- ¡Deberían contarle a nuestro “amado” Padre que ustedes también estaban de acuerdo! Claro… para ustedes hubo el perdón y para mí, por osar decirlo en voz alta… el destierro.

 

-¿Estas desterrado?

 

-Si… Desterrado. Como te iba diciendo, todo aquello genero descontento en el Cielo… y al final, pasó lo que pasó.

 

-Se rebelaron…

 

-Tenía mis seguidores. Muchos pensaban como yo y se atrevieron a decirlo también en voz alta… Me tomaron como su líder, en cierta medida. Protestamos, apelamos a la inteligencia de nuestro Padre y finalmente… luchamos.

 

-…Y perdieron…

 

-Perdimos- bufó, hundiéndose en su asiento, abatido- Después, vino el castigo… No te creas que Dios es tan misericordioso como dicen por ahí. Es bueno, si, pero tiene un sentido de la Justicia que…

 

-Pues a mi me parece justo- lo interrumpí- ¡Se atrevieron a desafiar al mismo Dios! Y encima por envidia…

 

Mi comentario no debió caerle muy bien, ya que se me quedo mirando muy serio. No me importo, a pesar de que sentí pánico.

 

Nada de lo que oía contradecía la fe católica, por cierto, a pesar de que el tono de aquel “diablo” era de una completa falta de respeto por el Creador. No podría esperarse mas, viniendo de semejante resentido celestial.

 

-¿Crees que Dios es Justo, Federico?- siseo, conteniendo la rabia- ¿De verdad lo crees?

 

-Pues… Si.

 

-¿Te parece justo alguien que deja que sus amados seres caigan en la desidia? ¿Qué no mueva un pelo ante las guerras, el hambre y demás porquerías creadas por ustedes y que los autodestruye? ¿Un padre que ama a un hijo lo va a dejar caer en la tentación, en la desgracia y no va a hacer nada para salvarlo?

 

-¿Qué se supone que Dios tendría que hacer?- repliqué- ¿Bajar a la Tierra y acabar con los políticos, con los delincuentes?

 

-Ese seria un buen inicio…

 

-Francamente hablando, no sé por qué Dios no interviene directamente con la Humanidad, pero sé que es trabajo de nosotros mismos hacer que este mundo sea un lugar mejor para vivir. Suena cómodo que venga papi a sacarnos de problemas y no aprender de nuestros errores…

 

-¿Eso piensas que hace la Humanidad? ¿De verdad tú, un vampiro con alma, piensa eso?

 

-Creo que estamos en vías de aprendizaje… Mejor dicho, que los mortales están en vías de aprendizaje. Es cuestión de darles más tiempo…

 

-¿Para que? ¿Para que vuelen el planeta con una de sus bombas atómicas? ¿Para que lo contaminen más?

 

Me quede mudo. El muy miserable tenía cierta razón… Luchaba con argumentos difíciles de refutar.

 

-No voy a cuestionar a Dios, si eso es lo que quieres que haga- declaré.

 

-¿No?- otra vez la sonrisa glacial- ¿Ahora que vengo y te revelo que realmente existe, te me vuelves católico? Te recuerdo que, como vampiro, has matado a gente…

 

-Si y no voy a negártelo… Pero nunca más lo voy a volver a hacer. Prefiero morir calcinado por el sol antes que volver a tomar una vida humana… culpable o inocente.

 

-Que convicciones taaaan fuertes- se burló- Ya veremos si puedes mantener eso, mas adelante…

 

-¿A que te refieres?

 

-…Dios nos desterró…- continuo diciéndome, ignorando mi pregunta- Bah… me desterró… Los otros… la gran mayoría de los ángeles que me siguieron fueron perdonados… Claro, según nuestro “Padre”, yo fui la manzana podrida… el causante del Mal… Se enojo tanto conmigo que me echó del Cielo… Y aquí me tienes… Caí en la Tierra, se me negó el privilegio de volver a entrar en el Paraíso y desde entonces, vago por todo el mundo, sembrando la discordia de vez en cuando, por diversión, entre los “preferidos” de Dios para molestarlo, sencillamente…

 

 

-Que infantil- comenté- Si esa es tu forma de vengarte de Dios, perdón, pero es muy infantil…

 

-¿Infantil? Si, es cierto…- una tenue sonrisa apareció en sus labios- Pero ando sin mucho trabajo actualmente… Digamos que la Humanidad me ha ahorrado muchísimo al autodestruirse mutuamente.

 

-Que cínico.

 

-¿Qué esperabas? Soy el Diablo.

 

-Que justificación la tuya… Muy bien pensada.

 

-Que irónicos y sarcásticos que estamos esta noche- masculló, apretando un puño- Creo que debería olvidarme de la idea de un libro sobre mí y matarte de una buena vez. Le haría un favor al mundo… Un vampiro menos que mata gente inocente… No esta nada mal. Creo que le sacaría el trabajo a la Cazadora y a tu amiguito Ángel con esto…

 

-¿Los conoces?

 

-A la rubia con cara de ratón la conozco. Me sentí tentado a intervenir en su vida hará cosa de un tiempito atrás, pero luego me dije que seria una completa perdida de tiempo. Buffy esta ocupada con sus problemas, limpiando al mundo de esas alimañas que se autoproclaman demonios… El vampiro arrepentido, ese es todo un caso… Digamos que con él hice una excepción.

 

-¿De que hablas?

 

-¿Te acuerdas de la anécdota que te contó? ¿De cómo andaba perdido en la vida, luego de recibir su alma humana otra vez y que merodeaba por los callejones de Nueva York en busca de la sangre de las ratas y demás? ¿Y que luego, se le apareció un sujeto bajito y peculiar, que le dijo cual seria su destino, que prácticamente lo condujo con la Cazadora? *

 

*(Para mas información al respecto, ver mi fanfic “Ángelus, el Terrible”, publicado en esta pagina. Nota del autor)

 

-Si… me acuerdo. ¿Qué tiene que ver con…?

 

-Todo tiene que ver con todo, tontito- me interrumpió- Yo era ese tipo.

 

Me quede pasmado.

 

-¿Tú?

 

-Si.

 

-Imposible. ¡Ángel me dio una descripción del sujeto! Y tú no te le pareces en nada…

 

Algo ocurrió entonces. Fue rápido… tan rápido que ni siquiera nadie del bar donde estábamos se dio cuenta.

 

…Mefistófeles cambio de forma…

 

Un sujeto bajo, de cara afable y con un sombrero sobre su cabeza se hallaba sentado delante de mí, sonriéndome… luego, la apariencia física del Diablo volvió a ser la suya.

 

-Hola, soy Whistler- dijo, riéndose- ¿No soy creativo, acaso?

 

-Con que eras tú… ¿Con que objetivo lo hiciste? En realidad, ese fue el puntapié inicial para que Ángel se convirtiera en un Campeón… para que luchara por el Bien…

 

-¿De veras? Mira la vida de tu amigo vampiro a partir de ese momento… Si antes fue un sufrimiento… ¿En que se convirtió de ahí en más? ¿En un lecho de rosas?

 

-No puedo creer que el gran destino de Ángel haya sido el resultado de la manipulación de un ser resentido como tú… y con fines tan infantiles- dije, confundido y dolorido. Pobre Ángel…

 

-¿Infantiles? Analiza bien la situación, cerebrito… Siendo bueno… ¿Ángel y sus amigos no han causado más sufrimiento que cosas buenas? Han sido los responsables de tantas desgracias, aun a pesar de ellos mismos, al creer que siguen la senda del “Bien”…

 

Me quede mudo. No sabía que pensaría Ángel cuando leyera esta parte si es que el libro sobre Mefisto salía publicado alguna vez.

 

-Ángel trabaja para “Los Poderes”- declaré- Trabaja para Dios, no para ti.

 

-¿Quién te dijo que Los Poderes son Dios?- disparó.

 

Otra vez enmudecí. A estas alturas, el café de mi taza se había enfriado totalmente.

 

-¿Cómo sabes que son él?- siguió preguntándome- Ángel nunca los ha visto… sus amigos, menos.

 

-¿Y quienes son, en verdad?

 

-Francamente hablando… no lo sé.

 

-¿No lo sabes?

 

-No… Tengo mis limites en mi capacidad de conocimiento, ¿sabes? Pero una cosa sé y es que ellos no son Dios, a pesar de que son tan retorcidos como el Santo Padre Celestial… Son otra cosa y tal vez pertenezcan a otro orden de la existencia… Claro, no quiere decir esto que sean mucho más superiores a Dios o a nosotros los ángeles, pero desconozco quienes son… Eso lo va a tener que averiguar tu amiguito Ángel… Yo voy al punto de que fue mi intervención la que lo condujo a ser lo que es y al sufrimiento que vive y causa.

 

-¿Cuánto mas interviniste en la vida de mis amigos vampiros?- quise saber- ¿Fue verdad lo que Drusilla me dijo una vez? ¿Le hablaste y le devolviste el poder de las visiones?

 

-Si… Fui yo.

 

-¿Con que objetivo?

 

-Hacerla sufrir.

 

-Explícate…

 

-Las visiones que cuando era mortal tuvo Dru, son cosa mía. Yo se las di solamente para hacerla sufrir… Cuando se volvió vampiro, perdió el poder, pero decidí devolvérselo para su sufrimiento… además, que esas visiones le sirvieron para causar el sufrimiento de otros mortales… Como una cadena interminable de dolor.

 

Me mordí los labios, enojado.

 

 

-¿Qué todo en tu existencia es solo eso?- exclamé, sin poderme contener- ¿Causar dolor solo por el resentimiento que tienes al estar desterrado de Dios? ¡Miserable!

 

-Gracias… yo también te quiero.

 

Sentí unas enormes ganas de lanzarme sobre él y atacarlo. Probablemente, con su poder, Mefistófeles lo supo por que me dijo, con voz serena:

 

-Si lo intentas, te incinero… Nunca llegarías a tocarme y nadie de aquí se daría cuenta.

 

-Si tienes tanto poder como dices… ¿¿¿Por qué no destruyes al mundo en vez de hacer payasadas???

 

-¿Y la diversión? ¿Dónde esta la gracia?

 

Enmudecí. Sentí nauseas y casi me levantaba y me iba… pero recordé mis preguntas. Recordé mi búsqueda y me quede en mi lugar.

 

Mi grabador hizo el clásico sonido metálico que indicaba que la cinta se había terminado. Tenia que darle vuelta al casette para seguir registrando la charla…

 

-Cínico hijo de…

 

-…Dios… Soy un cínico hijo de Dios.

 

-¡Debería haberte destruido cuando pudo!

 

-Sin embargo, no lo hizo. Papi celestial no quiso destruirme… Bueno, ya ves que a pesar de todo, es misericordioso.

 

-Estoy pensando en levantarme e irme- le informé.

 

-Adelante. Yo no voy a retenerte… El que pierde eres tú.

 

-Me importa poco.

 

-¿De veras? ¿Y te interesa poco saber por qué existes? ¿Por qué no perdiste tu alma al convertirte en vampiro? ¿De veras no te interesaría saber que fue de tu amada creadora, Drusilla?

 

-¡Drusilla esta muerta, hijo de perra!-lo insulté. Levanté tanto la voz, que varias personas se volvieron para mirarme- Yo la maté y lo sabes… ¡Déjala en paz!

 

-Por mi, lo haría… pero la verdad es que sufre.

 

-¿De que hablas?

 

-El alma de tu amada Dru… sufre muchísimo en el Infierno.

 

Me levanté, enfurecido. Sin esperar mas, cambie mi rostro por el de vampiro y lo aferré de las solapas de su traje.

 

-¿¿¿DE QUE CUERNOS HABLAS???

 

-¿Quieres calmarte?- dijo y señalo a la gente del bar- Mira que espectáculo… Creo que has logrado llamar la atención de medio mundo.

 

Era verdad. Al ver mi cara vampirica, la gente entro en pánico y muchos salieron corriendo. El dueño del local ya se encontraba sacando una escopeta de detrás del mostrador y la apuntaba en nuestra dirección…

 

-¡Quieto!- me dijo, aterrorizado.

 

-¿De que hablas cuando dices que Dru sufre?- pregunté, volviéndome hacia Mefisto- ¡Dímelo!

 

-Su alma sufre en el Infierno, atrapada…- al ver mi expresión de confusión, siguió hablando- El Infierno es real, tontito, y allí esta ella ahora…

 

-¡Quiero verla!- le exigí- ¡¡Llevame con ella, maldito demonio!!

 

-Claro, con todo gusto te serviré de Virgilio, querido Dante- bromeo- Será todo un honor… pero te tienes que calmar.

 

-¡Dije quieto!- gritó atronadora la voz del dueño del bar, acercándoseme con su escopeta.

 

Relajé mi rostro hasta devolverlo al de un humano y me eché hacia atrás, con las manos en alto. Mefistófeles, en tanto, permanecía en la misma posición de siempre.

 

-Puedo llevarte al Infierno y mostrarte el lugar- dijo, ignorando al hombre con el arma- Puedo hacerlo tranquilamente… si prometes seguir con la entrevista.

 

-Lo haré… ¡Llevame!- exigí.

 

El Diablo sonrió y se sacó los lentes oscuros, dejándome ver sus ojos de serpiente traicionera.

 

-De acuerdo…

 

Luego, el hombre con el arma abrió fuego. No creo que haya sido cosa de él, pero lo cierto es que la escopeta que tenia entre sus manos se disparó y me dio directo en el corazón.

 

Sentí un piquete lascerante, un dolor terrible cuando la bala atravesó mi pecho. Fue como un impacto menor, pero el dolor… era terrible.

 

Me ardía el pecho. Retrocedí, sangrando, y caí en el piso. El pobre tipo con la escopeta se asustó y soltó su arma, corriendo en dirección a la calle. Mefisto se había puesto de pie y se me acercaba, sonriente.

 

-Nos vemos del Otro Lado, chico sexy- me dijo.

 

Quise replicar algo, pero entonces, se hizo la oscuridad… y crucé al Otro Lado…

 

 

 

CONTINUARA…

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