Tengo una duda. Me encanta Spike, me encanta cuando exhibe su ironía, maldad e inteligencia. Pero no sé si me gusta aún más William. Spike es un perdedor, pero ¡Dios! William es mil veces peor. Es cursi, patético, inseguro, incapaz de defenderse... está hecho sólo para recibir golpes, burlas y desprecios. De William no sabemos mucho. En pequeños fogonazos del pasado (los flashbacks siempre nos saben a poco) nos contaron que era un pésimo poeta, despreciado, humillado y ridiculizado, que, buscando algo efulgente, se cruzó en el camino de Drusilla. Ella decidió convertir en su eterno enamorado “al más sabio y valiente caballero”. -La versión de Darla era más prosaica: “al primer memo con el que se cruzaran”-. (Darla, segunda temporada de Angel). Sabemos también que William adoraba a su madre, quizás la única persona capaz de ver más allá de los ripios infumables, la bondad de un ser tan inocente e idealista que no podía encajar en la crueldad del mundo. “Cuando es convertido en vampiro un humano, éste se extingue y su cuerpo lo ocupa a partir de entonces un demonio sin nada que ver con él”. Es la teoría oficial. Así nació Spike. ¡Ni hablar! Spike acostumbra a mandar al garete todas las teorías oficiales y creo que la anterior es una de las que destroza con más contundencia. Sobre todo al principio William sigue muy presente en Spike: En los flashbacks de Destiny (5ª temporada de Angel), pocos días después de su “conversión”, aparece aún como el joven enamorado, ilusionado y cegado por el amor hacia una idealizada Drusilla, tan enamorado, tan ilusionado y tan cegado como William cuando escribía poemas a su idealizada Cecily. En Lies my parents told me (7ª de Buffy), ya vampiro, mantiene intacta la devoción por su madre, más allá de la muerte. De hecho, es un conmovedor acto de amor filial el que le lleva a vampirizarla. Luego le vemos acorralado, acosado por el demonio que la habita, incapaz de comprender cómo las cosas no siguen siendo como eran antes. Spike es un caso excepcional y su madre no. Y otra vez, por amor a su madre, a la persona que ya no es, volverá a matarla. Es decir, mientras otros vampiros (Angelus, Dru, Darla, la propia madre de William) son seres demoníacos que no conservan nada de su humanidad pasada, Spike sigue actuando como lo haría William, manteniendo sus afectos y su forma de ser al otro lado de la muerte. Quizás sea un caso excepcional (¿por haber sido su sire una perturbada?), pero desde luego, no es una buena táctica. Para sobrevivir en su nueva existencia, tendrá que cambiar radicalmente. El apocado William tenía muy poca esperanza de no-vida. Spike, asimilando muy eficazmente las “lecciones” de Angelus, aprenderá a endurecerse. No sólo estará a la altura de “su Yoda”, sino que querrá superarlo. Será más osado, escribirá con sangre un rastro de gloria, buscará siempre la excitación del riesgo mayor, con el consiguiente enfado y preocupación de Angelus (Fool for love, quinta de Buffy). Se dedicará con toda delectación a apurar todos los placeres, exprimir al máximo la diversión y disfrutar del instante sin ninguna cortapisa lógica ni moral. (School hard, segunda de Buffy). Spike se ajusta su máscara y sigue uno por uno todos los pasos de Angel, tanto en la depravación como, después, en la redención. Pero siempre hay algo especial en Spike el loco, el enamorado, el osado, el lenguaraz,... El inteligente y devoto caballero de Drusilla, incluso en sus primeras apariciones en la serie, allá por la lejana segunda temporada, es un vampiro demasiado atípico. Demasiado humano. William, con sus anhelos de absoluto, sigue escondido en él. Creo que Spike es como es porque tras él está siempre William. El poeta es una carga de la que el vampiro no puede nunca liberarse. William es la parte más sensible y vulnerable de Spike, ésa que él oculta por todos los medios, pero que siempre está ahí. Sustituyó la poesía por las telenovelas, el amor a Cecily por el de Dru (y luego el de Buffy), el deseo de amor y belleza por el impulso erótico y la sensualidad. El tímido chico vulnerable dejó paso al descarado vampiro vulnerable. ¿Hay en realidad alguna diferencia? Spike, como William, juega con las palabras, implora amor, busca algo efulgente. A Spike, como a William, le sobran sensibilidad y sentimientos. Pero por otra parte, hay que reconocer que Spike mejora mucho a William: le aporta inteligencia, humor, ironía, lucidez, el atractivo de la oscuridad. E incluso añade más valor a su búsqueda de la redención. Quien sólo deseaba ser un buen hombre, bastante anodino y conseguir una felicidad burguesa y rutinaria, se convierte en un ángel del mal, en una letal criatura de la noche. Peligroso y seductor. Después de todo, creo que he resuelto mi duda sobre a cuál prefería. Ni Spike ni William, sino el ser magnífico que conforman ambos juntos. Con esa mezcla de ironía, dolor y ternura y con todo el sufrimiento que arrastra. En el soberbio final de Damage (quinta temporada de Angel), Spike da una nueva lección de lucidez y demuestra que, más allá de sus bufonadas, es plenamente consciente de su trágica esencia. Habla con Angel de la chica que, desquiciada por los malos tratos sufridos en la infancia, ha estado a punto de matarle. “Se ha convertido en un monstruo”- afirma Spike. “Es una víctima inocente”- rebate Angel. Y Spike cierra el capítulo con una frase llena de dolor y verdad: “Nosotros también lo éramos” Dudo mucho que eso se pudiera aplicar alguna vez a Angelus –ni tampoco a Liam-, pero sin duda define a Spike-William: el poeta que aprendió a golpes a ser un monstruo, aunque nunca consiguiera del todo deshacerse de su humanidad. Difícilmente podría encontrarse un personaje más conmovedor. Por eso me apasiona.
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