No sabría decir cuándo empieza exactamente el Spuffy para Buffy, aunque posiblemente sea en Intervention, durante la quinta temporada, cuando La Cazadora se da cuenta de que Spike no es un vampiro normal y corriente. Y no lo digo por el beso (lo físico sucede, pero no perdura, eso sólo lo hacen los sentimientos), sino por el respeto que comienza a sentir hacia él, ya no sólo como adversario, sino como algo más. “Sigo siendo un monstruo, pero tú me tratas como a un hombre”. Llamémosle simpatía. Cuando vuelve Buffy en la sexta, lo hace destrozada. Y muerta. La acaban de sacar del cielo para encerrarla en el mismísimo infierno. Cuando su tiempo ya había acabado, cuando la línea de sucesión ya no estaba en ella, y cuando había sacrificado su vida por el mundo. Se siente vacía. Sus amigos son los responsables y eso, de alguna manera, la aleja de ellos. Y en ese mundo, en el que todo pesa demasiado y en el que no puede decir la verdad para no herirles, y en esa soledad que la aparta de todo y de todos, arrastrando como una condena los deberes de su condición de Cazadora, sigue estando Spike. El vampiro que ha estado ayudando a la pandilla y cuidando de su hermana cuando ella ya no estaba. A pesar de que ella ya no estaba. Sin que eso le aportase nada más que disgustos y desprecios. Y ese mismo demonio, al que ella trata como a un hombre, y que ha contado cada uno de los 147 que ella ha estado bajo tierra, sólo necesita cruzar una mirada con ella para darse cuenta de que ha tenido que escarbar con sus propias manos para salir del ataud, porque él también tuvo que hacerlo y reconoce los signos. Y desde ese mismo instante, Spike se convierte en el único ser que la comprende, en el único que ha pasado por lo mismo, el único que conoce el infierno y vive inmerso en la oscuridad y en el único que la escucha sin juzgarla. Spike es algo a lo que aferrarse para mantenerse a flote. Y la simpatía, pasa a ser confianza y amistad. Y proximidad. Algo en lo que Buffy se mueve a gusto y que no tiene nada de malo, porque hasta sus amigos lo ven “bien”. Pero todo se complica cuando Buffy decide implicarse físicamente con Spike. La Cazadora tiene una existencia tan dolorosa y tan gris, que necesita poder sentirse viva de alguna manera (no es la única en este universo que alguna vez ha necesitado dejar de sentir frío). Y decide que el sexo es una buena forma de lograrlo. Y aquí comienza la cadena de preguntas. ¿Por qué con Spike?. Si Buffy sólo quiere sexo, ¿por qué no busca encuentros esporádicos con chicos sin historia?. Gente con la que no le una nada, con la que no tenga trato, algo así como “choque y fuga”. ¿Por qué complicarse la vida con alguien a quien ves continuamente y que te traerá consecuencias?. Son varias las razones. Primero porque se trata de un demonio y los demonios, como no tienen alma, no sienten y por tanto, no sufren. Se supone que le puede tener y dejar cuando ella quiera, es decir, puede usarle porque no puede dañarle, con lo que ella disfruta y él no sufre. Y segundo porque a pesar de eso, Spike se comporta (a ojos de Buffy) como si realmente estuviera enamorado de ella, lo que implica que se va a preocupar por ella, va a ser cariñoso y va a buscar su placer, y su felicidad. Todas las ventajas y ningún inconveniente. No parece mala idea después de todo. Entonces, ¿qué es lo que falla?. A Buffy le atormentan varias cosas. La primera de todas nace directamente de sí misma, y es que, efectivamente y a pesar de todo, Spike sigue siendo un demonio. Y la realidad es que ella sólo es capaz de sentirse viva con un ser al que está destinada a odiar y a exterminar. El dilema moral es muy duro, porque por un lado sabe que debe rechazar esa situación pero por otro, no puede evitar volver una y otra vez a involucrarse porque es lo único que le hace soportable su vida. Y Buffy, se odia por ello. Pero lo que agrava la situación hasta volverla insoportable nace de la excepcionalidad del vampiro con el que está involucrada. La verdadera pregunta que atormenta a Buffy es si Spike realmente puede amarla, tal y como él no sólo repite hasta la saciedad, sino que le demuestra con mil y un detalles. ¿Qué pasa si Spike realmente puede amarla?. Si eso es así, Spike estaría sufriendo porque Buffy le estaría utilizando. Y eso está mal. Ella estaría aprovechándose de Spike, no sólo físicamente, sino emocionalmente. Spike estaría sufriendo una insoportable tortura por ¿amarla?. No parece digno de la Cazadora, así que no puede ser verdad. Y Buffy se niega a creer a Spike, porque necesita que no sea cierto. Pero además esto tiene otro matiz aún más perturbador. ¿Qué pasaría si realmente un demonio sin alma pudiese amar?. Significaría que un demonio podría “reeducarse” e incluso, reinsertarse en la sociedad (al fin y al cabo eso es lo que pasa en AtS, ¿no?) porque tendría libertad de elección. Vale que Spike tiene chip, pero eso no le obliga a inclinarse hacia el bien, ni le aporta sentimientos, ni le da conciencia, sólo le impide matar. Si Spike puede amar (¡y cómo!), puede que cualquiera pueda hacerlo, lo que dejaría a la Cazadora como el mayor asesino en serie de la historia. Y eso es algo con lo que, evidentemente, Buffy no puede vivir. Luego Spike no puede amar, es decir, no puede poder amar. Y esa cantinela es la que repite hasta la saciedad para intentar convencerse a sí misma de que Spike miente cuando dice que la ama, porque su naturaleza es maligna. Sin embargo, la necesidad que siente de él y las pruebas con las que el vampiro se lo demuestra una y otra vez, le hacen dudar y sobre todo le hacen odiarse a sí misma, hasta el punto de volver su rabia contra Spike. Y cuanto más está con él, más le necesita porque más le hace sentir y más se vuelca en sus brazos, por lo que con más dureza le insulta y le desprecia para convencerse a sí misma de que no debe volver a repetirse. Pero el dolor que ve en los ojos de Spike, se revuelve contra ella haciendo que su odio hacia sí misma sea cada vez más fuerte. ¿Un ejemplo?: Dead Things. Buffy se ensaña con Spike, y él se lo permite para que ella suelte lastre, pero acaba horrorizándose hasta el punto de necesitar creer que ha vuelto mal de la muerte para poder tener una excusa que explique su comportamiento. Pero no la hay. Tara no se la da. Más dolor. Más rechazo. La negación de Buffy de los sentimientos de Spike hacia ella pasa por varias fases, siempre apoyadas en que no tiene alma. Al principio se niega sin más, pero a medida que se va dando cuenta de que es cierto, va intentando buscarle explicación. Primero le dice que miente porque está en su naturaleza el mentir. Después le dice que es un ser patético y que no está enamorado de ella, sino del dolor. Y termina diciéndole que lo que ocurre es que él cree que la ama, pero que no es real. Cualquier cosa con tal de negarlo. Sin embargo, Buffy comienza a implicarse emocionalmente con Spike. ¿En qué momento deja de ser sólo sexo para ser algo más?. No sé exactamente cuándo ocurre, pero es consciente de ello cuando decide dejarle. “Dime que me amas”. No puede permitirse que Spike la ame, y sin embargo, ya necesita sentirse amada, además de deseada. Pero llega al extremo de que cuando le pide disculpas al dejarle, reconociendo con ello que le ha hecho sufrir, es decir, reconociéndole sentimientos, se dirige a William y no a Spike. Porque sólo es capaz de disculparse con el hombre que alguna vez hubo en él, no con el demonio que ahora hay. Todo un círculo vicioso. Y cuando la relación física cesa, es cuando volvemos a ver la complicidad y el cariño que existía entre ellos al principio de la temporada, pero incrementados ene veces ni más ni menos que por sus sentimientos (Hells Bells es el mejor ejemplo). Que son cada vez más fuertes por ambas partes: se extrañan, se echan de menos, se buscan, sienten celos… Sin embargo, está claro que no puede salir bien en el punto en el que están parados. Buffy engañándose a sí misma y enterrando sus sentimientos, haciéndose cada vez más daño (por eso Spike intenta forzar a que lo hable con sus amigos, a que lo saque a la luz y lo afronte). Se avergüenza profundamente de sus sentimientos: “¿Cómo me miraría la gente?”, le llega a decir a Tara. Pero sobre todo, todavía sigue muerta por dentro. Y Spike siendo lo que lleva siglos siendo: un demonio SIN alma. La única carretera que queda para estos dos es la de la autodestrucción. Y es precisamente la que toman en Seeing Red, casi por error, sin premeditación, pero inevitablemente. Sorprende ver que Buffy no toma represalias, ni permite que nadie lo haga por ella. Sorprende que acceda a llevar a Dawn a la cripta de Spike cuando ella lo pide defendiendo ante Xander la idea de que Spike no puede dañarla y que aunque pudiera no lo haría (¿?). Y sorprende ver cómo se interesa por si el vampiro volverá o no a la ciudad. Se deja ver un sentimiento de pérdida y me atrevo a decir que de culpa en su mirada ante el punto de no retorno al que finalmente han llegado. Los dos. Al menos a él le sirvió para avanzar. Buffy todavía tuvo que caminar un poco más para salir de su verdadera tumba y re-despertar al mundo. Creo que Buffy le perdona porque en el fondo sabe que debe, pero no olvida porque psicológicamente no puede. Ya están todos los ingredientes servidos para que ambos puedan avanzar. Sólo queda esperar a la séptima para ver finalmente hacia dónde lo harán.
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