Por supuesto no se lo dijo cuando interrumpi� su primera cita con Wood porque Xander, otra vez, estaba en problemas. La aparici�n de Spike en aquel momento fue de las m�s inoportunas y su gesto de fastidio se lo hizo notar, aunque una parte de s� no pudo evitar pensar que Spike estaba especialmente guapo aquella noche.
Ni siquiera se lo dijo cuando durmieron juntos, Spike ofreci�ndole generosamente todo, cuando ella se hab�a quedado sin nada. Tan sin nada que s�lo pod�a pedirle, sin entregar nada a cambio. Pedirle un abrazo, compa��a, silencio, una noche acurrucada junto a un cuerpo al que abandonar antes del amanecer para, ya reconfortada, afrontar de nuevo su misi�n.
No se lo dice pero hay momentos en que desear�a alargar su mano y, muy despacio, acariciar su rostro.
Puede mirar a Spike con toda la fe del mundo. Pueden unirse sus miradas y encontrar en el remanso de paz de sus ojos azules todas las respuestas y todas las seguridades que a Buffy le faltan en el resto de su existir.
Puede incluso a veces tocarle. Pelear juntos y coordinar sus cuerpos tan acostumbrados el uno al otro que parecen formar un �nico ser. Puede hasta tomar su mano y sentir que todo su mundo encaja all� con la misma perfecci�n con que sus palmas y sus dedos se entrelazan.
Pero nunca se lo dice.
Spike tampoco lo espera. Se limita a estar a su lado, -quiz�s un paso por detr�s, pero siempre junto a ella- cuando m�s lo necesita (y �ltimamente Buffy lo necesita mucho). En silencio, serio, dispuesto a cualquier sacrificio, deseando poder demostrarle hasta d�nde puede sacrificarse por ella, pero sin pedir nada.
Y Buffy nunca dice las palabras que tan a menudo giran en su mente. “Te quiero”. Cree que no puede decirlas. Se acercan a sus labios y quiz�s piden ser pronunciadas. Mira a Spike a los ojos y su coraz�n quiere impulsarlas al exterior… pero nunca se materializan en su voz. Buffy las guarda dentro de s�. Tiene miedo. La valiente hero�na se sabe cobarde cuando se trata de desnudar su alma. No quiere volver a sufrir, porque ha aprendido que amor y sufrimiento suelen caminar juntos. As� que calla. Teme decir las palabras. No sabe si debe hacerlo. A veces ni siquiera sabe si son ciertas. S�lo sabe que cuando mira a Spike, leal, firme, entregado, algo en su interior se rompe y se derrumba despacio, como una muralla de tierra que se desmoronara poco a poco bajo una c�lida lluvia de amor. Y de entre todas las ruinas que habitan su coraz�n, s�lo esos fragmentos de afecto, humildes y brillantes como cuentas de cristal, son los que anhela atesorar. En el duro desierto que es su vida asediada, s�lo ante �l quiere apartar su coraza y rendirse. Luchas, armas, estacas, acero, arengas, muerte. Buffy resiste a todo, pero paulatinamente se va sintiendo destruida. Entonces mira a Spike y sabe que ante �l puede bajar la guardia. Con �l algo tiene sentido, durante unos segundos est� a salvo, la cazadora vuelve a ser mujer, ni�a, y sabe que unos brazos masculinos est�n dispuestos a acogerla. Entonces formula para s� las palabras que crecen en su interior y le dan la fuerza de un conjuro: “Te quiero”.
Spike nunca pide nada. Nunca pregunta. Seguramente da por supuesto que su pecado ha sido demasiado grande y s�lo aspira, quiz�s, a algo semejante al perd�n.
Buffy hace mucho que lo perdon�, casi tanto como el tiempo que ha pasado desde que consigui� superar la aversi�n que le produc�a su contacto. Ahora lo desea, pero Spike nunca da un paso adelante –no se lo permite a s� mismo- y ella tiene miedo de ped�rselo. Sus cuerpos se han hecho amigos. A veces se tocan accidentalmente y hay confianza y camarader�a y cari�o entre ellos, pero Spike pone un freno estricto a su sensualidad. A veces Buffy sonr�e. �Debe de costarle mucho reprimirse porque el vampiro era antes un verdadero torrente de lujuria! Y en ocasiones- pocas- a ella tambi�n le cuesta. A veces rememora el pasado y recuerda el cuerpo desnudo de Spike cuando le hac�a temblar y gritar de placer, o sus besos expertos o su sexo erguido y apetecible.
En la f�rrea castidad que ambos se han autoimpuesto, Buffy a veces lo a�ora. Para Spike tiene que ser peor. Est� segura de que para �l debe de ser una tortura estar a su lado y no permitirse siquiera rozarla, salvo si ella da el primer paso. Su autocontrol es admirable, aunque excepto Buffy, que lo conoce bien, nadie imagina cu�nto tiene que costarle. A veces piensa que Spike se merece un poco de felicidad. -Sabe que la felicidad de Spike depende �nicamente de ella-. Pero al fin siempre le puede el miedo y Buffy reprime las caricias que le queman, acalla los sentimientos y vuelve a encerrar las palabras en su interior prohibiendo a sus labios que las pronuncien.
Sabe que alg�n d�a lo har�, pero necesita estar segura cuando llegue el momento de decirlo. Buffy siempre necesita estar segura, quiz�s porque casi nunca lo est�. Y sobre todo ahora que contempla c�mo el mundo se viene abajo, c�mo sus afectos se agrietan, Willow y Xander cada vez m�s distantes, Dawn que la aleja de s�, sin Giles en quien confiar, rechazada como l�der, cuestionada, sola… ahora necesita m�s que nunca que cuando pronuncie esas pocas palabras (“Te quiero, Spike”) sea el momento perfecto. No habr� vuelta atr�s. Ella lo aceptar� sin reservas y �l ser� feliz. Los dos ser�n felices porque cuando Buffy lo diga, todos sus temores estar�n superados y el pasado habr� dejado de existir incluso como la pesadilla que a veces la despierta espantada por las noches en un ba�o blanco, inundado de luz donde es atacada.
Buffy a veces comete errores y no sabe que los miedos y las inseguridades nunca nos abandonan, que el pasado nunca desaparece, pero que basta con aprender a convivir con �l y que el mejor futuro para ser feliz es ahora.
De pronto Buffy cae en la cuenta de que a �l nunca se lo ha dicho. Cientos de veces se lo dijo a Riley entre risas, gemidos y s�banas revueltas.”Te quiero, Riley”. Tembl� ante Angel cuando, estremecida, pronunci� aquellas palabras que equival�an a un voto sagrado: “Siempre te querr�, Angel”. Incluso cree recordar que tambi�n se lo asegur� a Parker aquella noche que se entreg� a un espejismo enga�oso y a sus besos ruines. S�, probablemente, tambi�n dijo “te quiero, Parker”. Pero a Spike no se lo ha dicho jam�s. Est� segura. Ni siquiera cuando eran amantes y, en su angustiosa certeza de estar muerta, s�lo �l consegu�a anclarla a la vida.
Buffy siente que es ya el momento. Deber�a hab�rselo dicho esta noche, la primera desde que �l tiene alma en que ha vuelto a estar en sus brazos, a recibir sus caricias y sus besos. Han hecho el amor despu�s de tanto tiempo. Pero no s�lo eso. Se han amado como jam�s hubiera cre�do posible. Buffy ahora tiene la certeza de que aunque viva mil a�os, nunca nadie volver� a amarla como Spike esa noche. Porque aunque viva mil a�os, nunca nadie podr� ofrecerle un amor como el de Spike. Buffy siempre la recordar�: la noche m�s hermosa. Ella y �l fundidos en una uni�n perfecta. Era tan n�tido que las palabras sobraban.
Pero s�, quiz�s deber�a hab�rselo dicho esta noche. Pronunciarlo finalmente para ratificar la verdad de su amor, aunque, al fin y al cabo, piensa, es como uno de esas verdades matem�ticas -�Dogmas?. No. Axiomas-, certezas evidentes, que no necesitan demostraci�n. En cualquier caso, s� deber�a hab�rselo dicho. Quiz�s deber�a despertarlo ahora que duerme abrazado a ella. Besarlo dulcemente y decir sencillamente, con una sonrisa plena de confianza, esas peque�as, humildes palabras: “Te quiero, Spike”
Buffy le mira descansar a su lado. Su bello rostro es la imagen de la armon�a y la paz interior en la breve tregua antes de la batalla definitiva que ser� al d�a siguiente.
Cree que no debe turbar sus minutos de descanso, ni siquiera para hablarle de su amor. Lo har� ma�ana. S�, ma�ana se lo dir�.
Al d�a siguiente, en la batalla final, Buffy se lo dice. Entrelaza sus dedos con los de �l y, con l�grimas en los ojos afirma:
- Te quiero, Spike.
Spike sonr�e levemente en los �ltimos instantes de su existencia:
- No es cierto. Pero gracias por decirlo de todos modos.