-Buffy...-
gimió- Buffy...
La
espada acababa de clavarse en su pecho, hundiéndose hasta el fondo y atravesándolo,
incluso.
-¡Oh,
Buffy!- siguió gimiendo, mientras el dolor le penetraba hasta la medula.
La
Cazadora se dio cuenta, entonces, de lo que paso: el ritual que Willow había hecho logró
devolverle su alma. Pero ya era demasiado tarde...
Ángel
la miro fijamente a los ojos. La vida parecía comenzar a abandonarle, mientras se
debatía en una agonía titánica.
-Lo
siento... Ángel, lo siento- gimió la muchacha y varias lagrimas se escaparon de sus
ojos, mientras empujaba al vampiro hacia el vortice de energía mística abierto a sus
espaldas.
Como
si de una planta carnívora se tratase, el vortice succiono a un aterrorizado Ángel y se cerro sobre si mismo,
acabándose todo.
Cayendo
al suelo, arrasada por el llanto, Buffy se lamento con todas las fuerzas de su alma por
todo lo que había ocurrido.
Si,
había salvado al mundo de terminar destruido por el poder del vórtice dimensional del
demonio Acathla, pero en el proceso, debió de perder a su amado Ángel, quien había
recuperado su alma, gracias a los esfuerzos de Willow y la banda...
-¡Ángel!-
grito-¡¡¡Ángel!!!
No
hubo ninguna respuesta (no podría haberla). Solo el frío silencio de la mansión en
donde la odisea se había desarrollado.
-¡Oh,
Dios misericordioso! ¿Qué he hecho?
Ángel
grito, mientras comenzaba a caer por un abismo nebuloso de energía inconmensurable. En
sus oídos, como truenos, un millón de gritos infernales retumbaban hasta el limite,
hasta casi dejarlo sordo...
Había
algo en ese abismo... cosas horribles... seres, cuyos tentáculos se
arrastraban hacia su cuerpo, enroscándosele por todas partes... desgarrando sus ropas.
Ángelus,
farfullaban unas voces flemosas, cargadas de sarcasmo sardónico, Ángelus,
bienvenido.
-¡¡¡¡No!!!
¡¡Aléjense de mi!!- grito, en vano.
La
espesa niebla que parecía ser muy común en el lugar se desvaneció
repentinamente y Ángel se vio aterrizando pesadamente contra un suelo duro y sólido, muy
semejante a la roca.
Sus
sentidos todavía estaban abombados por el viaje transdimensional y le costo darse cuenta
de cómo era exactamente el entorno que le rodeaba. Cuando ese sentimiento de confusión
inicial se desvaneció, el vampiro deseo no haberlo recuperado...
Ante
sus atónitos ojos, se extendía un increíble y descomunal laberinto, construido con
gigantescas paredes de roca negra.
El
suelo era igualmente de roca y estaba lleno de suciedad acumulada. A la distancia, hacia
arriba, apenas podía divisarse un cielo cargado de nubes retorcidas como nunca mente
alguna pudo imaginar, siquiera.
-Debo
estar en el Infierno- pensó, en un momento de claridad total.
No
tardo, a parte, en darse cuenta que también estaba dentro del laberinto y no fuera de
él, como en un principio había creído. Sin más remedio, comenzó a caminar
lentamente por la infernal construcción, sintiendo de tanto en tanto, a la lejanía,
espeluznantes gritos.
Los
vacilantes pasos de Ángel por aquel Reino de pesadilla no lo condujeron a lado alguno
exactamente. Mientras caminaba por los corredores tortuosos del laberinto, que parecían
enroscarse entre sí, era como si nunca avanzara.
Cansado
y al límite, el vampiro decidió detenerse y se apoyo contra una apestosa pared para
tomar algo de aire. La herida profunda echa por la espada que Buffy le clavo ya había
cicatrizado hacia rato, gracias a su amplio poder preternatural de regeneración. Sin
embargo, un picor molesto y la piel medio enrojecida se la recordaban a cada rato...
-Ayuda...
por favor, ayuda...- susurro medio ahogada una voz delante de él.
Ángel
no lo podía creer. Hasta el momento, no había visto a persona o ser alguno en ese
laberinto. Oír aquella voz le lleno de cierta esperanza, al darse cuenta de que no estaba
solo.
Como
pudo, se dirigió hacia el dueño de esa voz y cuando lo encontró, se llevo el susto de
su vida...
Atado
con gruesas cadenas de herrumbrosos grilletes a una de las paredes, estaba un hombre cuyo
aspecto denotaba un gran sufrimiento. Su piel estaba machacada y echa jirones purulentos y
con un gesto de suplica dolorosa, miro a Ángel con unos ojos enrojecidos de tanto llorar.
-Por
favor... ayúdeme... ayúdeme...
-¡Dios!
¿Quién... le hizo esto?
Ángel
intento socorrer al pobre hombre, sin lograr zafarle de sus cadenas. Cuando estuvo mas
cerca de él, a pesar de sus profundas heridas y aspecto, pudo reconocerlo.
-Usted...
yo lo vi antes... usted es...
-Si,
Ángel... Soy Nicolás.
El
vampiro retrocedió, asustado. ¡Nicolás! ¿Seria posible? Nicolás...
Cuando
Ángel inicio su existencia como demonio, una de sus primeras victimas fue un joven
estudiante llamado Nicolás. Lo había divisado saliendo de una taberna, en la noche mas
oscura que podía recordar y le había dado muerte en un vacío callejón, dejando
abandonado su cuerpo ahí mismo.
¡Y
ahora, lo tenía ante él nuevamente!
-¡Nicolás!
¿De enserio eres tú?
-Si...
soy yo...
-¿P-Pero
que haces en este sitio? ¿Cómo...?
-¡Por
tu culpa! ¡Tú me mataste! ¡Tú me condenaste a este sufrimiento, para toda la
eternidad! ¡Maldita seas!
-N-No...
yo... no quería hacerlo... yo...- pero a pesar de lo que Ángel dijera, si había sido su
culpa.
-Parece
que el niño bonito tiene mala memoria- rugió una voz a sus espaldas.
Al
darse vuelta y enfrentar a quién así le había hablado, su corazón casi le sale por la
boca...
-¡¡¿¿DARLA??!!
Parada
en una esquina, en actitud desafiante y mirándole con enojo, estaba Darla, la vampiresa
responsable de haber convertido a Ángel en el ser que era.
¡Pero
ella también estaba muerta! Él mismo la había matado, para salvar a Buffy, en el
pasado.
-Los
muertos que vos matáis, siempre vivos están- dijo Darla, sarcásticamente- No
recuerdo en este momento en donde lo leí, pero creo que se aplica a nuestra situación,
¿no crees, Ángelus?
-¡Todo
esto esta mal! ¡Se supone que estas muerta!
Darla
rió a carcajadas y con un movimiento rápido, se arrojo contra Ángel y de un solo golpe,
lo tumbo contra el sucio suelo. Después, se coloco sobre su adolorido cuerpo y le clavo
sus uñas en el pecho, desgarrando la camisa que llevaba puesta.
-¡Querido
Ángel, veo que a pesar de todo, sigues en forma!- bromeo la vampiresa y acaricio
insinuantemente su pecho...
-¡Suéltame,
maldita!- Ángel se revolvió y arrojo a Darla. Como pudo, se puso de pie.
-¡Que
modales! ¿Es que Buffy no te ha domesticado aún?- Darla volvió a reír.
-Cuando
actúas así, me hace acordar a Drusilla.
-¿¡Como
puedes compararme con esa loca!? ¡Ella nunca será la mitad de mujer que yo fui! ¡Ella y
esa estúpida de Buffy!
-¡No
la insultes!
-¡Oh!
¡Perdón! El señor se ofende si hablamos mal de su amor imposible- Darla
hizo una mueca de asco cuando dijo la palabra amor- Sinceramente, no se como
pudiste engancharte con ella, Ángel... Después de todos los siglos que
compartimos juntos.
-¡Tú
y yo no compartimos nada, bruja!
-Insisto:
tienes mala memoria- Darla camino lentamente adonde Nicolás estaba atrapado.
Al
verla, el terror se reflejo en sus facciones y trato de zafarse de su prisión (sin
lograrlo, claro).
-Yo
me acuerdo perfectamente de cómo era el pasado. ¡Tú y yo, Ángelus! Sembrando el terror
y el horror por doquier. Matando a culpables e inocentes por igual...- Darla paseo su mano
por la magullada cara de Nicolás- Si mal no recuerdo, este fue uno de los primeros que
mataste. El joven y bello Nicolás... pobre. Te pidió piedad, suplico diciendo que tenía
una familia, hijos, en fin. Toda esa sarta de ridiculeces que dicen los inútiles como
él. ¿Y tú que hiciste, Ángelus? ¡Le diste la muerte más exquisita y tremendamente
cruel que cualquiera podría imaginar!
-¡No!-
gimió Ángel, dándose cuenta de todo el mal que había ocasionado cuando era Ángelus-
¡No era yo cuando lo hice!
-¿Estas
seguro? ¿No seria al revés? Quizás si fuiste tú cuando lo hiciste...
-¡Eso
no es verdad! ¡No puede serlo nunca, bruja!
-Si
quieres ser un necio, a mi no me importa- Darla hundió sus afiladas uñas en la cara del
pobre Nicolás, provocando que éste gritara.
-¡Déjalo
en paz!- Ángel, sintiendo regresar sus fuerzas de antaño, se abalanzo contra Darla y de
un puñetazo, la tiro lejos del condenado.
Riéndose,
la vampiresa se toco el rostro, dándose cuenta de que sangraba abundantemente por un tajo
hecho.
-Es
increíble... estoy muerta, pero sangro igual- dijo- Que extraño es el Universo, ¿no
crees?
Darla
se volvió a arrojar sobre Ángel y una lluvia de rápidos (muy rápidos) golpes lo
hirieron. Cuando la mujer se detuvo, todo su cuerpo le dolía como si mil demonios le
hubiesen atacado.
-¿Sabes,
Ángelus? Una de las ventajas de ser un vampiro muerto y estar en el Infierno es que tu
fuerza se triplica al doble. Es una lastima que en la Tierra no pudiera hacer cosas como
esta, sino, tu amiguita Buffy ya habría muerto.
-Siempre
tan sarcástica, Darla- dijo otra persona, saliendo de entre las sombras cercanas.
A
Ángel ya no le extraño que el que apareció fuera el Maestro. Es mas, se lo esperaba...
-Hola,
Ángelus. Supongo que todavía me recuerdas- el vampiro viejo y calvo sonrió.
-No
creo poder olvidarme de un rostro tan feo...
La
sonrisa del Maestro se desvaneció y con una velocidad semejante a la de Darla, le propino
una feroz patada en el estomago.
-¡Puf!
¡V-Veo q-que t-tu fuerza también aumento aquí!- farfullo, tratando de respirar.
-¡Búrlate
mientras puedas, insecto! Dentro de poco, tu vida, tanto la material como la espiritual,
se habrá acabado.
-Si
ya terminaste de amenazarme, te recuerdo que tus palabras no me asustan. Buffy ya te
venció una vez... nada impide que yo lo haga aquí.
Ángel
quiso sorprender al Maestro y atacarlo, pero como si previera sus movimientos, el viejo
vampiro le detuvo sosteniéndole con sus huesudas manos por el cuello.
-Te
falló el intento, amigo.
Sacudiéndole
como si de un títere se tratara, el Maestro lo arrojo al lado del agonizante Nicolás, en
donde sacando unas cadenas, Darla lo aprisiono contra la pared.
-Pobre
Ángelus. Ya no te ves tan poderoso, ¿eh?- el Maestro realmente disfrutaba de aquello.
-¡Suéltame,
maldito mal nacido!- por mas que quiso, el vampiro no pudo romper sus ataduras. De alguna
manera, las cadenas parecían poseer el poder de nulificar su fuerza.
-Ahórrate
los insultos baratos. De aquí no vas a poder escapar nunca.
-Ya
veo... ¿y ahora que me van a hacer? ¿Torturarme, acaso?
-¡Que
sentido del humor que tiene!- el Maestro miro a Darla- ¿Era así antes?
-Era
mucho mejor- la vampiresa sonrío maliciosamente.
-No
me extraña.
-¿Ya
terminaron? Francamente hablando, me están aburriendo.
-Si
estas aburrido, Ángelus, podemos hacer que te sientas un poco mas cómodo en tu
permanente estancia- mientras dice esto, Darla golpea a Ángel en el rostro.
-No
lo estropees mucho, querida. Él querrá verlo...
-¡Uf!
¡Ni muerta puede una divertirse!
Ángel
se sobresalto. ¿A quien se referían al decir él querrá verlo?
Un
estruendo ensordecedor en el laberinto fue de alguna manera la respuesta a su muda
pregunta. Una figura apareció repentinamente y se acerco al grupo reunido.
-Supongo
que me lo cuidaron bien- dijo el recién llegado.
-Por
supuesto que si. ¿Acaso duda de que le hicimos algunos mimos, antes de que usted llegara?
Risa
general. A Ángel le llamo muchísimo la atención que el que hubo aparecido fuera
simplemente un hombre normal, de barba y bigotes.
-¿Desilusionado,
Ángelus?- le pregunto el extraño- ¿Esperabas acaso otra cosa?
-¿Eres
el Diablo?
-¿De
enserio te gustaría que lo fuera?- el misterioso sujeto rió- Lamento desilusionarte,
pero solo soy un... Enviado. De hecho, no creo que seas digno de contemplar siquiera a Su
Majestad.
-¿Qué
quieres de mí? ¿Torturarme también acaso?- Ángel intento volverse a zafar de las
cadenas.
-¡Cálmate!
Veo que tu presión se esta yendo por las nubes. Deberías de ver a un doctor.
-¡Basta
de bromas! ¡Sáquenme de aquí en este instante!
-No
estas en posición de exigir nada, Ángelus...- intervino el Maestro.
-¡Mi
nombre es Ángel! ¡Ángel y no Ángelus!
-Vaya.
Veo que este chico tiene carácter- el Enviado sonrió- Es justo lo que Su Majestad
quiere.
-¿Qué
quiere decir eso?
-Tenemos
grandes planes para ti, Ángelus. Mi Señor desea que vengas conmigo...
-¿Para
que?
-Tus
meritos y logros han llamado la atención del Amo de las Tinieblas. Serás un excelente
soldado para nuestra causa.
-¡Jamás
abrazare causa alguna que implique dañar a nadie!- grito el vampiro.
-Eso
dices ahora que tienes un alma. Pero cuando te la saquemos, todo volverá a ser como
antes. No te preocupes. Darla, Maestro, libérenlo... tenemos un largo viaje que hacer.
-No
intentes hacernos nada, Ángel. Si haces un movimiento en falso, te quebramos el cuello-
le dijo Darla, abriendo los herrumbrosos grilletes de sus cadenas.
-Claro
que no...- aseguro Ángel.
Una
vez que estuvo libre de su aprisionamiento, el vampiro se movió lo mas rápido que pudo y
tomando una de las cadenas entre sus manos, le propino un duro golpe en el rostro a Darla.
La
vampiresa (que no se esperaba este ataque) fue arrojada por el impacto del golpe contra el
sucio suelo herida. El Maestro, al ver aquello, quiso detenerlo pero Ángel fue mas astuto
y blandiendo la cadena como si de un látigo se tratase lo envolvió por el cuello y lo
atrajo hacia si...
-Esto
es por lo de hace un rato- le dijo y le dio un puñetazo entre ceja y ceja.
A
todo esto, el Enviado miraba la contienda apartado un poco, divertido.
-¡No
te rías mucho, por que tu le sigues, mal nacido!- Ángel se abalanzo sobre el Enviado
dispuesto a darle el mismo trato que al resto, pero antes de que pudiera tocarlo siquiera,
una fuerte descarga eléctrica choco contra su cuerpo y lo sacudió, dejándole por el
piso.
-Ángelus,
Ángelus... Se nota que no eres muy despierto- se burlo el Enviado.
-¿Con
que... me diste?- pregunto el vampiro, poniéndose de pie maltrecho.
-Solo
fue una descarga menor. Será mejor que obedezcas y vengas conmigo o si no, la próxima
será fulminante.
-Yo
que tu, le haría caso- dijo Darla, junto con el Maestro a las espaldas de Ángel.
-No
seas idiota, Ángelus. Resistirte es inútil. Ven conmigo y se uno más de nuestras
Fuerzas. Déjame decirte que seguir empeñado en defender a los mortales es una causa
perdida...
-Digamos
que me gustan las causas perdidas- Ángel volvió a arrojarse sobre el
Enviado.
Molesto,
éste volvió a arrojar su descarga eléctrica, pero previniendo esto, el vampiro se
agacho y la electricidad paso de largo, ¡enroscándose en Darla y el Maestro!
-¡¡¡¡AAAAAAAGHHHHH!!!
Los
dos malignos vampiros recibieron el impacto energético y se evaporaron, sin que quedasen
rastros de ellos.
-¡¿¿Qué??!-
el Enviado no lo podía creer. ¡Había sido burlado!
-¡Hasta
pronto!- grito Ángel y emprendió la huida, corriendo a toda velocidad por el laberinto.
-¡¡¡Ven
aquí, Ángelus!!! ¡No hay escapatoria del Laberinto!
Ángel
corrió con toda la velocidad que sus piernas pudieron darle y ya había dejado atrás al
enojado Enviado. Aun así, no parecía que el laberinto se fuera a terminar o hubiese una
salida.
Gemidos
y gritos lastimeros comenzaron a sonar muy cerca suyo. Cuando menos lo supo, cruzaba un
lugar atestado de gente encadenada a las paredes de igual forma que el pobre de Nicolás.
El
corazón del vampiro casi da un vuelco completo al reconocer a muchos de los condenados
como a las victimas que él mismo había dado muerte en el pasado, cuando era Ángelus.
¡Allí
estaban Daniel, a quien asesino en Dublín, en el año 1818; Margaret, la sirvienta que le
suplico piedad; su Padre y sus hermanos, a quienes asesino a sangre fría al tiempo que
fuera convertido por Darla; la familia de Drusilla; la hija de los gitanos que le echaron
la maldición que tanto dolor le causara y la mas reciente de sus victimas, Jenny
Calendar!
-¡Asesino!
-¡Por
tu culpa estamos condenados a esto!
-¡Maldito!
-¡Por
tu culpa!
-¿Cómo
pudiste, Ángel?- el que así suplicaba era su padre, llorando lagrimas de sangre- ¿Cómo
pudiste hacerlo?
-¡¡Eres
un maldito homicida!!
Esos
eran los gritos, gemidos, suplicas e insultos de los condenados....
Ángel
no soporto más aquella visión dantesca y huyo de allí. Mientras corría, sus piernas se
acalambraron y cayo, arrasado por el llanto y la locura.
¡No
podía escapar de su pasado! En verdad, todas esas almas estaban allí por su culpa.
-¡Lo
siento! ¡No quería hacerlo! ¡No era yo cuando paso!- grito- ¡Por Dios, lo siento!
Pero
no había palabras que remediaran el dolor de los condenados.
-¡Mal
nacido!
-¡Demonio!
-¡¡Ojala
te pudras aquí como nosotros!!- proseguían los gritos.
Ángel
se arrastro por el sucio suelo. Lloro y lloro y no encontró consuelo alguno.
Vivía
el verdadero infierno, rodeado de las que fueran sus victimas, quienes le acusaban de su
crimen en viva voz.
-¡Perdón,
perdón, perdón!- pidió, elevando sus ojos al cielo nebuloso.
Arrastrándose,
el vampiro llego finalmente al término del laberinto. Ante él, se abría un inmenso
agujero negro del que salían vientos huracanados y pestíferos olores.
-Ángelus,
todo ese dolor se puede ir si te nos unes- dijo el Enviado, materializándose a su lado.
-¡Jamás!
-Si
te sigues negando así, solo prolongaras tu dolor- el Enviado le tendió su mano de manera
amistosa- Te lo digo de en serio. Únetenos y Su Majestad te quitara esa alma que tanto
sufrimiento y remordimiento te causan.
-¿Qué...
es ese pozo?- Ángel, ya de pie, señalo al inmenso agujero negro.
-El
Vacío Infinito. Estamos en el Borde del Infierno, Ángelus, en el fin del camino- el
Enviado le miro a los ojos- ¿No pensaras en saltar allí, verdad?
Misteriosamente,
Ángel sonrió.
-¡Únete
a nosotros, Ángelus! ¡No seas estúpido! Saltar en ese Vacío solo aumentara tu
sufrimiento, puesto que nadie, vivo o muerto, humano o demonio, puede regresar de su
interior. ¿Me vas a decir que prefieres el aniquilamiento total, en cuerpo y alma a la
Gloria que te esperaría al lado de Mi Señor?
Ángel
respiro profundamente. Dio un paso adelante...
-¡Detente!
¡No seas insensato!
...Dio
otro paso...
-¡Es
una locura! ¡Jamás volverás de allí! Será tu muerte, ¿me oyes? ¡Si saltas, es tu
fin para siempre!- el Enviado estaba desesperado.
-Prefiero
perecer para siempre y encontrar la paz en el olvido, a que obedecer a tu Señor y volver
a matar a gente inocente- dijo el vampiro con una sonrisa irónica en su rostro magullado
y salto.
El
grito del Enviado fue el último sonido que escucho.
Como
cuando todo esto inicio, Ángel volvía a caer a una velocidad descomunal. A su alrededor,
un vacío de infinita negrura se extendía sin tiempo ni espacio.
Buffy,
pensó, Lo siento tanto...
Pesadas
lágrimas surcaron otra vez sus mejillas al recordar al amor perdido. Buffy lo era todo
para él y le dolía el solo pensar que nunca jamás la volvería a ver, besar o tocar.
La
velocidad de la caída había aumentado considerablemente y sintió como todos los
músculos y huesos de su cuerpo comenzaban a desgarrarse. Lloro, todo lo que pudo y se
encomendó en el Destino. Si iba a morir y dejar de existir, que así fuera...
...Sorpresivamente,
su brusca caída fue detenida... un potente rayo de luz salido de la nada lo envolvió.
La
luz era cálida y amistosa. Dentro de ella, Ángel flotaba lentamente, como en un sueño.
Ángel,
murmuro una voz potente, Ángel, no temas. No morirás.
-¿Quién
eres?- pregunto, desconcertado- ¿Eres acaso algún otro demonio?
Yo
existo más allá de los dioses y los demonios,
contesto la voz, enigmática, Yo Soy el que Soy.
-¿Qué
quieres de mí?
Tú
tienes una Misión, Ángel, un destino que cumplir. No debes perecer todavía... Muchas
almas en la Tierra te necesitan. Necesitan de tu ayuda.
Ángel
sintió sabiduría en las palabras de la voz.
Debes
volver a la Tierra, Ángel, puesto que este no es tu destino... Cuando el momento llegue,
lo sabrás todo.
Miles
de preguntas se agolpaban en la mente del vampiro, pero antes de que siquiera pudiese
formularlas, la luz divina le envolvió y perdió el conocimiento.
Duerme
y olvida, Ángel. Cuando despiertes, estarás en casa... con Buffy.
Fuerte
explosión de luz. Impacto contra el duro suelo...
Sudando,
Ángel se incorporo. Sus sentidos estaban abombados, atontados. No recordaba nada de su
experiencia en el otro lado y mucho menos, las palabras y la presencia divina
que le había hablado.
Había
regresado a esta Realidad, sin ropas que cubrieran su cuerpo y totalmente confundido.
Como
pudo, se levanto y se arrastro hasta una pared llena de humedad. Trato de reconocer el
sitio en el que estaba...
Era
la mansión, claro, y en el mismo lugar adonde se había esfumado... ¿pero hacia adonde?
No lo sabía.
Confundido
a más no poder, cubrió su desnudez con unos harapos que encontró y salió al exterior.
Era de noche en Sunnydale y todo parecía calmo.
No
podía pensar con claridad todavía, pero un raro nombre le resonaba en la cabeza desde
hacia rato.
-Buffy-
dijo- Buffy.
Tambaleándose,
Ángel abandono la mansión. Sin saberlo, afuera y en el futuro, le esperaba su destino...
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