Autora: Ana (Spikeadict)
Spoilers: 6ª y 7ª Temporada de Buffy.
Tema: La historia se sitúa en LA, después de la 4ª temporada de Angel.
Fanfic Spangel en el que Spike trata de sobrevivir a una soledad que está interna y arraigada en su alma. NR -18 Años
Aclaración: Los personajes sobre los que aquí escribo pertenecen a Joss Whedon, la historia es invención mía.
Dolor........ siento dolor por la soledad que me embarga. Miedo..... siento miedo por no ser el que ocupa su corazón ni su alma. Siempre he sido despreciado, siempre me he sentido muy pequeño frente a los demás, siempre solo porque al final....... la soledad ha sido y es mi única aliada, mi única amiga.
Han pasado
muchos días desde mi muerte, otros tantos desde mi resurrección. La vida pasa despacio
como mi largo letargo. Nada cambia, todo sigue igual, ella no está, yo muero cada día un
poco más.
Los mismos
rostros pasan frente a mí como una película que incansable siempre se repite. Rostros
que vienen y van desfilando altivos, superiores. Me juzgan, me atraviesan con sus miradas,
me matan cada día un poco más, me aíslan, me empequeñecen, me humillan.
Yo sigo
sobreviviendo en este mundo hostil donde nadie mira por debajo del hombro, donde nadie se
preocupa de tus heridas, donde la vida es injusta con quien menos lo merece. No es que yo
no lo merezca........ simplemente me gustaría conocer el otro lado. Qué se siente al ser
amado, qué se siente al ser importante para alguien, qué puedo hacer para que alguien me
mire a los ojos y no vea un monstruo reflejado en ellos, al monstruo que verdaderamente
soy??
Desde mi
regreso todo han sido desconfianzas, anhelos, envidias, celos. Gestos de repulsa y malas
miradas han sido mis únicas compañeras. Ella no está ya a mi lado y, lo peor de todo es
que no sé si la quiero aquí.
Desde que
la conocí un sentimiento nuevo iluminó mi interior. Un sentimiento imposible, brillante,
efulgente se abrió camino como lo hace la vida en la tierra, germinando cada lugar de mi
ser, creando vida por allí donde pasaba, creando destrucción en el lado racional de mi
mente.
Ahora mi
vida se ha tornado desgracia. Miro a mi pasado y sólo veo dolor. El amor es una arma de
doble filo. Puede ser maravilloso y bello pero....... también venenoso y mortal.
Ella me
mata un poco más con cada recuerdo, con cada palabra. Sus ojos destruyen mi miedo,
destruyen cada recoveco donde poder esconderme, donde poder refugiarme. Me desnuda, me
ahuyenta, me toma, me echa, me hiere.
Ahora ya no
está aquí. Ya no noto su presencia. Su aroma cada vez está más difuso en mi recuerdo,
en mi alma, en mi corazón. Sólo hay vacío. Sólo hay oscuridad. Sólo hay silencio y
dolor. No hay sitio para ella porque ya...... estoy muerto. Soledad es lo que siento, lo
que añoro, lo que temo.
******************
Cada día
siempre lo mismo........... . Él, siempre él mirándome serio, atormentado, difuso,
fugaz. Me mira y me compadece, nos compadece a ambos. Somos diferentes pero a la vez tan
mortalmente iguales....... . No puedo huir de su mirada escrutadora, siempre opinando,
juzgando, mandando.
Cree que no
lo noto. Cree que no me doy cuenta de que lo hace, de que me vigila, de que me persigue.
Me imagina con ella porque..... lo sabe. Sabe que nosotros fuimos uno solo, sabe que ella
me quería, sabe que ella lo había olvidado a él y eso..... le duele. Le quema como
hierro al rojo sobre una piel blanca y serena.
Nuestros
ojos no se cruzan porque sería un choque mortal. Miedo es lo que siento en mi interior.
Soledad es lo que bebo cada día. Desprecio es lo que mis hombros llevan a cuestas en su
penoso divagar.
******************
Angel lo
observa y asiente. Sabe lo que piensa. Sabe lo que siente porque él siente lo mismo. Un
dolor que le entumece las piernas, un dolor que agarrota cada uno de sus músculos, un
dolor que le corta en pedazos, que lo destruye, que lo transporta. Un dolor inimaginable,
inesperado, innecesario.
Camina
alejándose de él. Lo odia. Lo ama. No sabe huir de lo que siente. No puede huir del
recuerdo, de los sueños, del horror que lo envuelve, del miedo que lo apabulla. Él lo
comprende, es su hijo, es su sangre, es su igual.
Cada día
es un tormento para el rubio. Una pesada carga reposa sobre su mente, sobre sus hombros,
sobre su piel. La sed de amor, de paz, de tranquilidad es demasiado grande para poder
soportarlo. Intenta gritar pero los sonidos no salen de su garganta. Intenta llorar pero
parece seco por dentro. Desea morir pero su sangre fluye en su interior, viva, brillante,
eterna.
Cada noche
sueña con no despertar en esa pesadilla. Cada noche sueña con que por fin su premio le
sea entregado. La muerte. Ese ansiado regalo que le es negado. Ese eterno descanso que su
corazón anhela. Esa maravillosa paz que colmaría su alma.
Cada
mañana se despierta desorientado, apenado, triste, destrozado. No desea seguir viviendo.
Tiene demasiado miedo, miedo a la muerte, miedo a la vida. Miedo a sentir de nuevo amor,
dolor, desprecio, humillación porque..... para él es lo mismo. Miedo a morir en vida, a
morir despierto, a sentir vacío.
Angel lo
observa como cada mañana. Cada día más perdido, más oscuro, más hundido. No se acerca
a él, nunca lo ha hecho, nunca lo ha intentado. Es demasiado para su maestro, rebajarse
hasta su nivel, su pobre pupilo, su pobre hijo perdido.
Los gritos
de su alma lo apabullan, lo aturden, lo animan. No quiere escuchar esas voces, no puede,
no debe. Él siempre inaccesible, frío, atormentado. No puede seguir mirando en lo que su
hijo está cayendo. No hay final en ese pozo oscuro para él. Sólo muerte. Sólo
descanso.
El vampiro
va a su despacho y allí lo encuentra, sentado en su silla, pensativo, dormido,
anestesiado por el dolor de su alma. Un dolor que ambos comparten, que ambos conocen, que
ambos sienten.
En sus ojos
no hay vida ni brillo, no hay alegría ni color. Sus ojos antaño azules han perdido su
esencia, han perdido su cariz, han perdido su carisma. Ahora sólo queda en ellos dolor,
recuerdos y pesadillas.
Angel se
coloca frente a él. Lo mira, lo estudia lentamente. Cada rasgo. Cada línea de su rostro.
Cada tramo de su piel. Entiende con cada fragmento de su cuerpo lo que ha sufrido en
años, lo que ha madurado en siglos, lo que ha envejecido en días. Sabe lo que siente su
corazón aunque no lata. Sabe lo que le grita su alma cuando intenta dormir. Sabe lo que
le dice su mente cuando despierta.
Soledad.
Vacío. Miedo. Tristeza. Oscuridad. Terror. Todo lo explican esos ojos antaño vivaces,
ahora exhaustos. Un mismo sentimiento. Dos hombres diferentes. Dos vampiros iguales.
Errantes. Eternos. Heridos.
Spike
también lo observa. Al principio no ve nada, no siente nada, no escucha nada. Despierta
de su pesadilla y se miran. Se ve a él mismo frente de sí como si de un espejo se
tratara. Dos hombres iguales, con los mismos miedos, los mismos remordimientos, los mismos
temores y sueños febriles.
Se
compenetran aunque no quieran admitirlo. Se comprenden aunque no quieran entenderlo. Se
odian tanto como se aman. La sangre llama a la sangre y........ ellos han sido formados
del mismo líquido divino. Angel. Padre, hermano, maestro, enemigo, rival, compañero.
Todos los sentimientos en uno solo, todos los momentos en un solo símbolo, la dulce y
brillante sangre. Sangre que les da la vida. Sangre que provoca muerte. Dos extremos, el
bien y el mal, blanco y negro, maestro y pupilo, vampiro y...... vampiro.
Pasan
mirándose mucho tiempo. Sin pensar. Sin respirar. Sin sufrir. Sin recordar. Sin escuchar
los gritos que surgen desde el interior de cada uno.
Intentan
hablar pero no pueden. Demasiados años sin hacerlo, sin bajar la guardia, sin ceder
terreno. Saben que sería bueno para sus almas, para sus corazones, para sus mentes
pero..... no pueden. Sólo callan. Se miran. Lloran en un silencio compartido. Un mismo
destino. La soledad eterna.
El rubio se
levanta. No puede seguir observando ese rostro, esos ojos, esos labios. Su corazón
arremete contra él. No puede seguir pensando. Se siente sucio por pensar así, por sentir
así, por desear lo que su mente se niega a ver.
El moreno
lo ve alejarse. Quiere hablarle pero las palabras se desdibujan en su cabeza. Siente que
su descanso, que su paz, que su harmonía se van con esa persona que todo lo ve, que todo
lo siente, que añora lo mismo que él, ser amado y comprendido por lo que son, HOMBRES
IMPERFECTOS.
Se quedan
solos de nuevo sin mediar palabra. En la oscuridad. Como han vivido la mitad de sus vidas.
Como han vivido todas sus no-vidas. Se quedan en silencio sabiendo que acaban de perder la
posibilidad de expresar, de ser entendidos, de ser comprendidos. Se maldicen por eso. Se
reprochan por eso.
Spike
vuelve a su casa. Descubre en ella lo que más teme, lo que más odia. Quietud. Silencio.
Soledad.
Sale de
allí deprisa, sin mirar atrás. No quiere que esos fantasmas lo atrapen. No quiere caer
en el olvido. No ser amado. Ser repudiado.
La calle se
le presenta llena de luz, llena de ruido, alejada de sus miedos y fantasmas. Gente de un
lado a otro. Mentiras. Sólo son mentiras. Intenta mentir a su corazón. Intenta estafar a
su alma. Sabe lo que es. Sabe lo que pasa. Sabe lo que quiere.
Angel se
sienta en su butaca mirando al vacío, escuchando a su corazón. Piensa, siente, recuerda.
El rubio está en su mente. Intenta echarlo, ahuyentarlo, humillarlo, eliminarlo. Es
demasiado tarde. Se ha colado dentro de él. Maldito Spike, piensa. Nota como su cuerpo se
agarrota. Siente como su cuerpo reacciona excitado. El rostro se le ensombrece más aun.
No está preparado. No quiere estarlo.
***********************
Spike llega
a un bar y pide un Whisky. Después otro. Otro más. Sigue bebiendo mientras intenta
ahogar lo que su cuerpo le dice a gritos. Intenta evitar pensamientos, deseos y anhelos
que le vienen a la mente. No es bueno. No debería pensar así. No debería sentir así.
Se insulta a sí mismo. Maldito marica!! Se dice con voz apagada. Se echa en cara su
pasado, su presente. Quiere evitar el futuro que trata de atraparlo sin remisión. Bebe.
Litros de alcohol lo aturden, lo mecen en una cuna sin fin. Se adormece. Se evade
pero....... nada es real, todo es una imagen retenida en el pasado. Él es otro. Nunca
volverá a ser el que fue. NUNCA.
Se levanta
del taburete donde estaba sentado. Qué hace allí. Quién es realmente. Su mente le juega
malas pasadas trayendo a su memoria recuerdos dolorosos del pasado. Un pasado que siempre
vuelve. Un pasado que siempre pasa factura. No sólo los gritos de las víctimas están
ahí cada noche, también lo está ella. Su sonrisa, sus ojos, su voz, su cuello, su bello
cuerpo, su corazón. Dolor. Resentimientos. Desesperanza. Su cuerpo necesita aun más
alcohol para no sentir. Quiere estar sedado. Necesita descansar sin ver su rostro, sin
sentir su aroma, sin oír su voz susurrante en su oído. Sigue bebiendo hasta desfallecer.
Cuando despierta está metido en su cama. Solo de nuevo.
Otro nuevo
día. Igual que el anterior. Clavado al siguiente. La misma rutina. El mismo hastío.
Spike
camina por los pasillos de W&H. Arrastra los pies pesadamente, sin alegría, como
empujado por una fuerza invisible. Pasa delante de Wes, de Fred, de Gunn, ni siquiera los
mira. Llega a su despacho y se deja caer sobre el sillón, mirando al suelo. No se da
cuenta de que su padre está allí, observándolo.
Se miran.
No se dicen nada, se hablan con los ojos, con la mirada, con el cuerpo. La tensión lo
inunda todo, lo cubre todo. No hay palabras, sólo silencio. Tienen miedo. De lo que
sienten. De no saber afrontarlo. De no ser valientes. De no ser fuertes. De caer en la
desesperación. De caer en la mentira. De engañarse. De odiarse a sí mismos. De no ser
sinceros consigo mismos. De sufrir de nuevo.
Spike se
levanta y pasa por su lado sin mirarle. Angel nota su olor, su esencia, su presencia. Su
cuerpo reacciona en el momento. Se ruboriza levemente. Se lamenta de ser así, de sentir
así pero..... lo acepta. El rubio cierra la puerta, serio, concentrado, tajante. Se
acerca a él, lo siente, lo nota, lo huele. Sus aromas se mezclan en el ambiente viciado
de esa habitación. Lo llenan todo. No se tocan aun, es demasiado pronto, demasiado fuerte
para sus mentes. Sólo se miran, se imaginan, se excitan.
Angel se
revuelve, parece que va a decir algo pero no puede, se echa atrás. No sabe hacerlo, no
sabe cómo continuar. Su corazón virgen y ansioso espera el momento que nunca llega, el
momento de rozar esa piel mortecina, esa piel fría y tersa, esa piel serena y sensual
pero....... no puede.
Spike
también lo mira. Una erección plausible se muestra evidente bajo sus pantalones pero....
no da el primer paso. No esta vez. No con él. No ahora. Prefiere imaginar cómo sería,
qué haría, cómo sentiría. Se aleja de él inexorablemente mientras el rostro del
moreno se desfigura, decepcionado.
Pasa el
día con lentitud. No se han visto desde la última vez. No saben si quieren verse
pero..... lo desean.
El rubio
mira al infinito. Su corazón lo necesita. Su cuerpo lo añora. Su alma lo anhela.
Hora de
irse a casa. Spike sale de su despacho. Pasa por delante del de Angel que lo siente
enseguida. No dicen nada. Se separan.
Spike se
dirige con seguridad hacia no sabe dónde. Camina sin mirar atrás, sin pensar. No sabe
qué hacer, sólo sabe lo que quiere y no debe hacer.
Se para
frente a una Iglesia. Toma aire y penetra en su interior. Camina por el largo y estrecho
pasillo rodeado de bancos y se para al final. Pasan unos instantes.
Ahora, en
el silencio de esa iglesia Spike mira desconcertado la enorme cruz que se levanta frente a
él. El olor a incienso se mete por cada poro de su piel. La paz y la quietud del lugar lo
hacen estremecer como un niño. Las vidrieras grandes y coloridas por la luz tenue de la
luna se reflejan como un arco iris en su rostro despojándolo del único color que emite
su blanca y mortecina piel.
Angel lo
mira desde atrás, inalcanzable. Los escruta, lo siente. Oye sus plegarias, siente su
dolor, ama su silenciosa redención, oye su triste llanto, se ve reflejado en él.
Saben que
ellos dos son los únicos que pueden llegar a comprenderse porque son iguales, son dos
monstruos en un mundo irracional y terrible. Son dos extremos de una misma cuerda. Dos
seres radicalmente opuestos pero tan iguales que no podrían diferenciarse cuando la
oscuridad lo cubre todo, lo impregna todo.
Spike sabe
que Angel está detrás. Puede sentirlo, puede olerlo, puede verlo aunque sus ojos estén
cerrados y no notan nada más que dolor y muerte. Aunque le duela lo puede sentir. Aunque
no quiera, sabe que está ahí. Son iguales, son hermanos, son padre e hijo, son una misma
sangre, un mismo cuerpo, una misma carne, una misma razón, un mismo corazón corrupto.
El rubio se
acerca a la cruz con lentitud. La abraza mientras el humo comienza a brotar de su cuerpo.
Humo de redención. Humo de perdón. Humo de miedo y odio. Se agarra con más fuerza a la
cruz mientras oye crepitar su piel bajo su cuerpo. El dolor lo llena todo pero..... es
más fácil de digerir que los sentimientos que se agolpan en su interior. Angel lo
observa en silencio. Siente como su cuerpo pide que se le expíen sus pecados. Ve brotar
el humo de la evolución impregnado de dolor y soledad pero...... sobre todo...... de
desesperación. Comprende por lo que está pasando. Sabe que está inmerso en un mar
oscuro lleno de fantasmas del pasado que no lo dejan descansar, de ánimas que sobrevuelan
su cabeza intentando que no deje atrás sus errores. Consumiéndolo poco a poco. Lo sabe
porque él está así cada noche, se siente así cada segundo de su jodida vida. Se
entristece. Se apena de verlo así, de no poder mitigar su dolor porque es el suyo
también.
No se
acerca a él, no sabe si debe hacerlo.
Spike se
levanta, se pone en pie con seguridad. Se da la vuelta con los ojos húmedos, tan húmedos
como su entrepierna que bombea excitada y late como si de un gran corazón se tratara. No
puede hacerlo, no puede dejar de sentir lo que siente, lo que desea. Pasa por delante de
Angel. No lo mira. No cree que pueda ser fuerte si lo hace. Ya no. Es demasiado tarde para
él. No quiere sufrir más. Sale de la Iglesia. Angel lo sigue a cierta distancia. El
rubio lo sabe. Sonríe.
***********************
Camina despacio. No quiere que el moreno le pierda de vista. Siente su mirada en la nuca. Sus ojos escrutándolo. Sus deseos acariciándolo.
Pronto
llega a su casa. Sube las escaleras, despacio, sin pausa, rítmicamente. Llega a su piso y
entra en la casa. Deja la puerta abierta para que Angel entre.
Angel se
para en seco en el portal. Qué está haciendo. Qué se propone. No entiende lo que
siente. No debería ser así. No es normal....... o sí???
Duda unos
minutos. Quiere subir. Desea subir pero.... no se atreve. No sabe si está bien, si debe
hacerlo. Por fin se decide y sube.
Encuentra
la puerta abierta. Pasa. Primero un pie. Después el otro. Sus pies pesan de repente como
el acero. Se agarran al suelo intentando frenar ese cuerpo que va a la destrucción. No
puede pararlo. Ya no. Es demasiado tarde. Para los dos.
Spike
aparece frente a él. Estático. Bello. Sensual. Lo mira. Sus ojos lo atraviesan con esa
mirada felina. Desea que sus dedos lo toquen, lo quemen en su viaje recorriendo todo su
cuerpo. Desea acariciar su pecho. Besar su rostro. Oler su pelo. No puede parar, la
excitación explota en su interior. Lo corrompe todo. Lo inunda todo pero...... esta vez
no puede ser él quien dé el primer paso. No debe.
Angel lo
observaba ensimismado. Sabe lo que anhela, lo que desea. Su premio está a cinco metros de
su piel. A cinco metros de su corazón. Tan cerca pero a la vez tan lejos. Algo que se ama
pero que no puede ser tomado. Algo que se quiere pero que no puede ser tocado. Algo que se
desea pero que no puede ser probado. El fruto prohibido. El amor detestado. El dolor
adormecido.
Da un paso.
Otro. Otro más. Están ya muy cerca, tanto que sus respiraciones suenan entrecortadas
dentro de sus oídos. Parecen eco retenido durante siglos. Sienten miedo. Excitación.
Tanto que sus esencias permanecen unidas formando una sola. Un cocktail explosivo,
sensual, lascivo. Tanto que sus miradas parecen venir de muy lejos, del más allá. Son
eternas, infinitas, únicas.
Ya lo han
logrado. Han vencido la barrera que los separaba. Han derrumbado los muros que los
distanciaba. Están el uno frente al otro. En silencio.
Spike lo
mira mientras sus ojos bailan bajo la música apagada de su corazón. Hay mucho brillo en
ellos. Mucho deseo oculto. Mucho miedo velado.
Angel
también lo observa sintiéndolo con la mirada. Lo acaricia con sus ojos, unos ojos
perdidos en la oscuridad de la soledad compartida. Levanta su mano derecha y acaricia su
rostro. La piel bajo su mano arde. La siente crepitar. Siente como el vello se eriza a su
paso, en su movimiento. Spike cierra los ojos intentando entender el porqué de sus
sentimientos. Intentando capturar cada rasgo, cada roce, cada dibujo realizado con
asombrosa maestría por esa mano juguetona y ávida de calor. La mano del maestro. Del
padre. Del hermano.
Ambos se
acercan, tanto que sus cuerpos chocan provocando un chasquido como el de la chispa
eléctrica de la pasión. Su respiración cada vez más rápida. Sus cuerpos cada vez más
agarrotados. Sus mentes cada vez más perdidas.
Sus labios
se juntan poco a poco. Parece que no van a lograrlo, demasiada es la distancia que los
separa, demasiado es el dolor que los ahuyenta, demasiados los siglos de odio que los
atormenta pero....... al final logran unirse.
Tocarse. Sentirse.
Angel nota
su calor, la humedad desbocada dentro de su boca. Las lenguas se juntan. Bailan. Se
mezclan. Exploran sinuosas cada resquicio de placer. Sienten cada movimiento
trasladándolos a la locura, al placer, a la perversión absoluta, a la perdición
visceral.
Spike
mantiene los brazos pegados a su cuerpo. No le responden. Van por su cuenta. No quieren
hacer caso a lo que su cerebro les ordena, a lo que su corazón les dicta. No pueden tomar
lo que anhelan. Angel se da cuenta. Ve que no puede. Ve que lo desea. Sus ojos así lo
gritan despiadados. Esos brazos necesitan ayuda. Necesitan saber que el dolor no volverá
inexorablemente a sus entrañas. Necesitan saberse queridos, amados, comprendidos.
Necesitan saber que él estará ahí aunque el cielo caiga a sus pies.
Levanta los
brazos y rodea al rubio. Lo envuelve en pasión y en descanso, en paz y en ternura. Se
separa de su boca echando de menos ya su calor. La distancia se hace eterna. Lo observa
detenidamente mientras sus manos acarician la espalda de su enemigo, de su sangre, de su
vida. Arriba. Abajo. Calor en su interior. Su cuerpo tiembla como el de un niño. Se
vuelven a unir. Más fuerte. Más intenso. Más lascivo.
El huracán
que se ha formado en sus corazones arrasa con todo. Se abrazan sin piedad. Se besan. Sus
labios recorren los rostros. Sus lenguas los cuellos. Jadeos fuertes y poderosos.
Descontrol. Pasión desbordada.
Spike
reacciona y lo tiende con ligera rudeza en el suelo. Susurra en sus oídos palabras del
pasado. Somos iguales, le dice. Somos hermanos.
Se besan.
Adrenalina a raudales. Pasión en estado puro. Cuerpos chocando entre sí. Semen corriendo
por sus gargantas. Miembros inflamados por la pasión. Sexo desbordado e intenso.
Angel mira
hacia el suelo totalmente desnudo. Spike lo observa desde arriba, valiente. Embiste con
fuerza mientras acaricia sus glúteos firmes y perfectos. Jadea de manera casi animal. Lo
posee como si fuera la única persona de la tierra. Lo ama como si fuera una parte más de
su alma. Una y otra vez lo toma. Con delicadeza. Con pasión. Con gran belleza.
Angel gime
excitado. Brama descontrolado. Estruja entre sus manos la alfombra que lo cobija. Más
placer......... tan intenso que no puede pensar. La locura lo embarga. El miedo lo
abandona. Se siente deseado. Comprendido. Protegido.
Se revuelve
sobre sí y se coloca frente al rubio. Se miran de nuevo. Él abajo....... Spike arriba.
Poco a poco
se pone en pie mientras acaricia sus piernas, sus muslos ahora convertidos en dos fuertes
pilares en los que apoyarse.
Spike
cierra los ojos cegado por el calor, por el prohibido placer que le hace sentir más vivo
que nunca.
El moreno
llega a su polla y la besa con apremio. La siente en su boca. La hace bailar al son de su
lengua. La envuelve en humedad. La acaricia con desenfreno. La hace vibrar. Temblar en su
interior.
Spike
explota. No puede más. Le regala su esencia. Le muestra su espíritu. Se doblega a su
deseo.
Toma su
cabeza y la sube hasta su rostro. Captura sus labios virginales. Los toma con violencia
arrebatadora. Se vuelven a besar. A sentir.
Angel lo
mira. Le ruega con sus ojos entrecerrados e iracundos. Le pide con su mirada. Le ruega con
su cuerpo hinchado y deseado.
El rubio
sabe lo que tiene que hacer. Sabe lo que quiere hacer.
Baja con
lentitud. Tocando. Besando. Añorando.
Angel hace
lo mismo. Detrás de él.
Se coloca
sobre su hijo y galopa sobre él. Lo hace
sentir importante, amado, deseado. Nunca más pequeño que él. Nunca menos que nadie.
Ahora lo saben. Acaban de decirlo.
Los dos
caen rendidos y jadeantes al suelo. No se miran, sólo se escuchan. Pasan minutos hasta
que sus cuerpos vuelven a su estado normal pero..... acaso a partir de ese momento algo
será normal para ellos??? No lo creen.
Quizás
nunca vuelvan a estar juntos de la misma forma que acaban de disfrutar. Quizás esa
maravillosa experiencia quede en el pasado pero no en el olvido porque........ al
final......... ellos siempre lo sabrán. Son iguales. De la misma sangre. Padre e hijo.
HOMBRES IMPERFECTOS.