Cordelia: Hola, ¿te diviertes?
Angel: Pues claro. Esto es...
Cordelia: Un infierno.
Angel: En el Infierno sueles conocer a mucha gente.
Chica: Hola.
Wesley: ¡Hola!
Chica: Bonito jersey, ¿hecho a mano?
Wesley: Pero no por mi.
Chica: No pretendía... Es un suéter precioso.
Wesley: Pues... ya se lo diré. A la persona que lo tejió. Bueno, lo haría si supiera quien fue. Pero no lo sé. Así que no se lo diré a nadie. (la chica huye)
Laura: ¿No te apetece bailar?
Angel: (se imagina bailando como Wesley) Yo no bailo.
Angel: Fue muy divertida la fiesta.
Cordelia: Me alegra que vinieras. Ya sabes como son las fiestas, te preocupa que alguien las arrastre hacia un enorme agujero negro de aburrimiento mortal. Pero... allí estabas tú, animando.
Angel: Yo no... ¿Qué dices?
Cordelia: ¡Antes eras persona! ¿Nunca hacías ninguna fiesta? ¿La gente no se reunía antiguamente?
Angel: Tengo 2 actitudes con la gente: morder y evitar. Es difícil cambiar. No puedo acercarme mucho a las mujeres...
Cordelia: Se amable. Oye, Laura no iba a tirarte al suelo del salón para empezar a desnudarte y... Bueno... Quizá...
Angel: Me esforzaré. Aunque, lo de ser tranquilo y reservado, ¿no te parece que me hace interesante?
Cordelia: (entra Wesley) El lo es más.
Angel: Ah, estoy deprimido.
Wesley: Pues yo me siento de lo más jovial.
Wesley: Oye, ¿no habrán quedado sobras de ayer? ¿Algún... bocadito de gamba perdido?
Angel: Estás tieso, ¿verdad?
Wesley: ¡Angel! Las finanzas de un hombre son asunto suyo.
Angel: ¿Quieres trabajo?
Wesley: ¡Ah, sí por favor!
Angel: No, no tengo mucho. Pero mientras seas de utilidad aquí tienes derecho a una parte.
Wesley: No... No sé que decir.
Cordelia: ¡Esto es genial! Ahora somos... ¿Se reducirá mi sueldo? (Angel lo niega) ¡Un equipo!
Angel: (al intentar abrazarle Wesley) Eh, eh.
Wesley: (conteniéndose) No te arrepentirás. Tengo... algo en un ojo.
Wesley: Voy contigo. Intento ganarme el pan. Ah, hablando de pan, por cierto...
Angel: No hay comida.
Wesley: Vale, pues me aguantaré.
Cordelia: ¿He dicho que odio este don?
Wesley: Jefe, ¿por qué no...?
Angel: Quédate aquí.
Wesley: ¿...me quedo aquí y te espero?
Angel: ¿Quién eres? No hablo mucho, dejo que los demás lleven la conversación. Aunque se me da muy bien atravesar cabezas con esto (alza una palanca de hierro)
Angel: No es de esta dimensión.
Wesley: Ah... Habrá entrado a través de portales.
Cordelia: ¿Portales? ¿Ahora hay portales? Pero... ¿cuándo han puesto portales? ¿No hay bastante con que vengan demonios malignos y... pirómanos?
Wesley: Averiguaremos quién es y de dónde viene. Jefe, cuente con ello.
Cordelia: Wesley... ¡No seas tan pelota! No es que nos sobre tiempo.
Angel: (a Cordelia) Odio este móvil que me has dado.
Angel: Y... esto nos lleva hasta el incomparable cuadro de Monet La music aux Tuileries, expuesto por primera vez en 1863. (...) A la izquierda se puede ver al propio pintor. Hacia la mitad está el poeta y crítico francés Baudelaire, amigo del artista. Baudelaire... Un tipo interesante. En su poema El vampiro escribió: Vos, que cortante como un cuchillo, irrumpisteis en mi corazón. Estaba... convencido de que... las... fuerzas malignas acechaban a la humanidad. Y se especuló con que el poema... tratase de un vampiro de verdad. (sonríe) Oh, y, eh, Baudelaire era un poco más alto y mucho más bebedor de lo que aparece.
Wesley: ¡Ajá!
Cordelia: (se despierta) Espero que ese ajá sea de triunfo. Estaba soñando que había liquidación total en Neimans.
Jhiera: Eres un... vampiro.
Angel: Entre otras cosas.
Jhiera: ¿Por qué voy a hablar contigo sin hacerte daño?
Angel: Correré el riesgo. No permitiré que los turistas vayan quemando a los lugareños.
Jhiera: ¿Por qué lo haces? ¿Los vampiros no son asesinos?
Angel: Lo son. Pero a mi me maldijeron los gitanos.
Jhiera: ¿Para ayudar a todos?
Angel: Si. Los gitanos tienen un... extraño sentido del humor.
Jhiera: En Oden Tal, nuestra personalidad, nuestros sentimientos... Esos impulsos están en una zona del cuerpo llamada el Ko (le muestra las protuberancias de su nuca)
Angel: Y vuestros perseguidores quieren arrebatároslo.
Jhiera: A las mujeres si. Cuando las mujeres llegamos a una edad el Ko controla nuestro poder físico y sexual. Indica cuando estamos... excitadas al conocer un compañero deseable. Pero al extraérnoslo...
Angel: Sois más fáciles de controlar.
Jhiera: Nos casamos con quien dicen. Le servimos sin rechistar. Dejamos atrás los sueños.
Cordelia: ¿Dónde crees que guardarán aquí el abono?
Wesley: Sigamos nuestro olfato.
Chico: Mi chamán tiene un lugar en el desierto. Nunca rechazará a unas mujeres ligeras de ropa, de la dimensión que sean.
Wesley: (intentando llamar a Angel por el móvil) Sigue sin contestar.
Cordelia: Se le habrá vuelto a olvidar encenderlo. Alguien capaz de utilizar un antiguo arco de los escitas podría averiguar como usar un móvil.
Angel: Este es el plan: Entramos, yo me lío a golpes con todos... Y a ver que pasa.
Wesley: (bajo el influjo de las chicas de Oden Tal) Ese conjunto... Te sienta de maravilla, ¿sabes?
Cordelia: Wesley, contrólate. No van a poder retenerlos todo el día.
Wesley: Me... controlo. Es muy... fácil. Es evidente que estoy firme bajo la ropa. Fíjate.
Cordelia: Estás patético y a punto de que se te salgan los ojos.
Wesley: No, oye... Solo... Un beso de despedida.
Wesley: (resbala con los granos de café que se le acaban de caer a Angel) Tranquilo, es culpa mía, seguro. (recogiéndolos) ¡Que traviesillos! Los lavaré de uno en uno. Quedarán como nuevos. Mejor.
Angel: Wesley, quieto.
Cordelia: Vaya, ser servil no es una forma de ganarte la vida, es un arte.
Wesley: No soy servil. (a Angel) ¡Por favor, no me despidas! Lo que pasó ayer fue anormal. No estoy acostumbrado a ser un rehén.
Angel: Ya lo sé y... no estás despedido.
Wesley: ¿A no?
Angel: No fue culpa tuya. Y, ¿sabes algo? Te las apañaste muy bien.
Wesley: Eso es... No sé que decirte... Soy tu fiel servidor, Angel.
Cordelia: Lo que decía. Un arte.