Segunda parte
SUNNYDALE, CALIFORNIA, 5 DE SEPTIEMBRE DE 1997...
Mientras la limousine transitaba lentamente por el pueblo en la noche, su dueño y ocupante no dejaba de pensar en cierta frase que una vez, le fue dicha...
Nunca, óyeme bien, nunca mas pongas un pie en este lugar. Si de casualidad se te ocurre regresar..., había sentenciado el Maestro, a modo de advertencia, hacia como sesenta años atrás.
Frederick suspiro y se dedico a mirar por la ventanilla hacia el exterior. El automóvil cruzaba muy despacio ya la plaza principal de Sunnydale y todo parecía indicar que reinaba la más absoluta de las calmas.
Sin embargo, todo eran meras apariencias.
Luego de un rato, el vehículo se detuvo delante de una de las más elegantes casas del barrio residencial. Uno de sus discípulos salió de su interior, con paso apresurado, listo para recibirlo.
-¡Bienvenido, maestro!- saludo el vampiro a su amo, abriéndole la puerta del coche- ¡Es un gusto tenerlo entre nosotros!
-Basta de formalidades- dijo Frederick, bajando y entrando en la casa- Quiero estar al tanto de todo lo que ha ocurrido hasta ahora.
-S-Si, claro, je.
Caminando, ambos vampiros cruzaron elegantes salas ricamente adornadas. Ignorándolas, se encaminaron hasta una puerta y descendieron por unas escaleras hasta el sótano de la vivienda.
Allí, el paisaje cambiaba radicalmente.
Lo primero que una persona vería si se atreviese a entrar en aquel lugar, era la gran bandera colgada del techo, cuyo emblema de una garra felina de color negro era el distintivo de la hermandad que Frederick lideraba: La Garra Negra
A parte de ello, también divisaría cientos de ordenadores de computadora, manejados por diferentes vampiros que al ver a su señor, detuvieron su trabajo para saludarlo reverentemente.
-¿Y bien?- pregunto Frederick, al vampiro que le acompañaba- Estoy esperando, Richard.
-Si, je...- se volvió hacia otro vampiro, uno de los cuales estaba delante de una ordenador- Infórmanos las ultimas novedades- le indico.
-Malas noticias, señor. Parece que el Ungido y alguno de los últimos discípulos del Maestro intentaron llevar a cabo un ritual para revivirlo y fracasaron. Lo ultimo que sabemos es que la Cazadora destrozo sus huesos hasta molerlos a polvo.
El semblante de Frederick era grave. Los dos vampiros tragaron saliva... conocían de sobra la fama de su Señor y de cómo podía matarlos con un gesto si algo no iba como él quería.
-Quiero saber todo, absolutamente todo sobre esa nueva Cazadora, ¿entiendes, Richard?- dijo, sin mudar su fría expresión- Cómo se llama, donde vive, si tiene amigos, cuales son sus debilidades... todo.
-Así será, amo.
-Bien, bien, bien...- se relajo- Tengo hambre. ¿Es que acaso no se come en este lugar?
Con gestos nerviosos y apremiantes, Richard le hizo señas a otro de los vampiros que pululaban por la habitación para que trajera la comida de su Señor.
Casi a rastras, dos adolescentes (un chico y una chica) fuertemente atados fueron llevados delante del líder vampiro.
-Como vera, amo, tenemos todo preparado para su comodidad- dijo Richard, sonriendo- ¿Desea degustarlos ahora o quiere hacerlo en la privacidad y comodidad de su cuarto?
Frederick no contestó inmediatamente. Lánguidamente, acaricio el rostro de la gimiente muchacha con un enorme deleite. De igual forma, lo hizo con su compañero.
-Mmhh... Dos lindos especimenes de este pueblo- dijo- De acuerdo, llévenlos arriba, a mi dormitorio. Necesito reponer algo de fuerzas, antes de abocarme totalmente a esta nueva Cazadora.
-Como usted diga.
La gran cantidad de hojas descansaban sobre la amplia cama de su habitación desparramadas, sin orden alguno. En letras grandes, los títulos de los informes estaban fechados en épocas recientes... algunos, eran de apenas unos meses atrás.
Sentado en un sillón e iluminado por una lámpara, Frederick leía con la avidez de quien se encuentra absolutamente interesado en el tema.
Cerca suyo y tirados de manera grotesca en el suelo, los cuerpos inertes de los dos jóvenes cautivos esperaban irremediablemente a que alguno de sus vampiros sirvientes viniese a sacarlos.
-Permiso- dijo Richard, golpeando levemente la puerta del cuarto y entrando.
Frederick nada dijo. Siguió leyendo sin detenerse.
-Ejem- carraspeo el vampiro y se acomodo la corbata de su traje. Después, echo una mirada a los muertos, con una mueca de desagrado.
La alfombra del suelo se había ensuciado con sangre. ¡Rayos! ¡Con lo cara que le salió!
-...Darla...- murmuro repentinamente Frederick, levantando su vista de los papeles por primera vez.
-¿Señor?
-Darla- repitió- Esta muerta...
Richard comprendió. Miro las hojas que su maestro estuvo leyendo. Eran los informes sobre aquel enfrentamiento que la Cazadora tuvo contra Darla.
-Si... paso hará cosa de varios meses atrás. Yo... lo siento, señor.
Frederick se puso de pie y se acerco a la ventana de su cuarto. Suspiro.
-Ésta Cazadora es diferente- dijo- Muy astuta, muy ágil. Todavía no puedo creer que incluso, destruyera al legendario Lothos. *
* (Acontecimiento ocurrido en la Película
de Buffy. N. Del Autor)
-¿Se refiere a la batalla en el gimnasio del Hemery? Cielos... debería haberlo visto, señor. Todo el lugar ardió en llamas como si fuera el mismo Infierno. Ese Lothos si que tuvo mala suerte- Richard rió.
De una mirada fulminante de su maestro, el vampiro comprendió que debía dejar sus chistes de lado si quería conservar la cabeza en su lugar.
-¿Qué... desea que hagamos, señor?
Frederick enmudeció. Durante un largo rato, no dijo nada. Pensaba, meditaba.
Se enfrentaba a un enemigo formidable. No podía ir a tontas y ciegas contra ella. Él debía ser mucho más astuto...
-Esto será lo que haremos...- dijo, mirando a su discípulo- Seguiremos observándola.
-Perdóneme mi atrevimiento amo, ¿pero no cree que es momento para actuar? Digo, ahora que el Maestro ya no influye más sobre Sunnydale, yo pienso que nosotros deberíamos tomar el control. Nada debemos temer a los pocos sirvientes suyos que quedan, ni a ese Ungido... de hecho, nosotros somos muchísimo más poderosos que él.
El jefe vampiro sonrió. Muy lentamente, se acerco a Richard hasta colocarse a escasos centímetros de su cuerpo.
-¿Señor?
Con una velocidad sobrehumana, Frederick aferró del cuello a Richard con su mano izquierda y lo levanto del piso. Gruñendo, transformo su rostro revelando su cara de demonio.
-Escúchame bien, Richard... Quisiera recordarte quien es el líder de esta secta. ¡Las órdenes las doy yo y si yo digo que tenemos que seguir observándola, así se hará! ¿¿¿Esta claro???
-¡Clarísimo!- dijo medio ahogado el vampiro.
-Muy bien- Frederick lo soltó- Ahora, manda a que alguien retire a estos cadáveres. Me están estorbando.
-C-Como usted ordene, amo.
Con paso apresurado, Richard abandono el dormitorio. Volviendo a sentarse en el sillón, el rostro de Frederick regreso a su aspecto humano.
El recuerdo de Darla volvió a su mente. La Cazadora la había matado... y Ángelus. Ciertamente, no podía creer aquello.
El idiota de Ángelus (o Ángel, como se hacia llamar ahora) fue en parte el principal responsable de su muerte. Era increíble que ahora, con su alma humana restaurada, estuviera ayudando a la Cazadora a destruir a los de su especie.
-No te preocupes, Darla- susurro al vacío- Tú y el Maestro serán vengados. La Cazadora morirá...
************
ALGUNOS DIAS DESPUES...
Richard y sus dos vampiros acompañantes esperaban ansiosos que su maestro terminara de leer el último informe traído acerca de las actividades de la Cazadora.
Cómodamente reclinado en un sofá, en el living room de la mansión, Frederick fruncía el ceño mientras lo leía.
Mala señal, pensó Richard, entrecerrando los ojos.
-¡Lo que me faltaba!- exclamo, arrojando furioso los papeles a un costado- ¡Como si no tuviera suficientes problemas ahora, a ese miserable de Spike y su sicótica amante se les ocurre venir a instalarse en Sunnydale!
-Si. Es impensable. Ninguno de nosotros pudo prever que esto ocurriría- se apuro a explicar Richard.
-¡Esto retrasa considerablemente toda posibilidad nuestra de acción! ¡Demonios!
-Cálmese, maestro. Si usted quiere, puedo enviar a cuarenta de los nuestros y Spike y su compañera serán solo un mal recuerdo.
-¡Imbecil! ¡No conoces a Spike! Es muy volátil, muy... inestable. Ha matado a dos Cazadoras en el pasado. No es alguien a quien se pueda enfrentar así de simple.
-¿Entonces...?
-Esperaremos. Si esta Cazadora es tan buena como así parece, no le costara deshacerse de Spike. De hecho, nos hará un gran favor.
-¿Y si eso no ocurre? ¿Qué tal si ese Spike logra matar a la Cazadora?- pregunto uno de los vampiros.
-Eso no sucederá. Tenlo por seguro...
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12 DE MAYO DE 1998...
El automóvil cruzaba a toda velocidad por la carretera que salía de Sunnydale. Sus ocupantes estaban sumidos en el más completo silencio, cada uno por su lado.
Finalmente, el conductor del vehículo lo rompió al dirigir un par de palabras a su compañera...
-Ey, anímate, nena- dijo Spike, sin despegar totalmente los ojos del volante.
Drusilla no contesto. Acurrucada en su asiento, solo atinaba a mirar al exterior por la ventanilla. Su semblante era inescrutable.
-Esta bien... no tienes por que amargarte. Perdimos, ¿qué se le va a hacer? A veces se pierde, a veces se gana- el vampiro rubio le guiño el ojo.
Drusilla no se movió.
-Esto si que va a ser difícil- pensó y apretó el acelerador al máximo. En el fondo, estaba muy molesto.
Todo termino de manera estrepitosa. Buffy interrumpió el ritual que Ángelus planeaba hacer para enviar al mundo al Infierno, mediante el vortice dimensional del demonio Acathla. Claro que, de no haber sido por su ayuda, tal cosa no hubiera sucedido.
Ahora, Ángelus (o Ángel) estaba muerto y Spike huía de Sunnydale, llevándose consigo a Dru, tal y como le prometió a Buffy, al aceptar ayudarla.
-Lindo negocio hice- recapacitó amargamente.
La súbita aparición de una camioneta negra delante suyo, interponiéndose en su camino lo obligo a pisar los frenos. ¡Justo a tiempo! Un poco más y se hubiesen estrellado contra ella.
-¡Maldito hijo de...!- Spike bajo del vehículo, furioso- ¿¿¿Qué demonios...???
La parte posterior del furgón se abrió y cuatro vampiros con traje de Armani salieron, gruñendo.
-¿Pero que...?
Una limousine no tardo en llegar. Deteniéndose, otros cuatro vampiros más bajaron y se unieron al resto, formando un cerco alrededor del rubio.
-Hola, William- saludo Frederick, descendiendo junto con Richard, a último momento- ¿Cómo estas? Tantos años sin verte.
-¿¿Frederick?? ¿Qué diablos haces aquí?
-Bueno, en realidad hace tiempo que estoy viviendo en Sunnydale. Claro, que he tratado de hacerlo a la sombra, je.
-¿Qué es lo que quieres de mi? ¿Estos... ridículos están contigo?
-Por supuesto. Como puedes ver, soy igual de poderoso como lo era el Maestro... quizás, incluso más.
Dentro del automóvil, Drusilla se estremeció. La sola visión de Frederick la llenaba de pavor. Ella podía ver dentro suyo, muy dentro suyo. Sabia que aquel no era un vampiro ordinario...
-Oscuridad... maldad...- canturreo por lo bajo.
-Me entere de que la Cazadora te dio una paliza. Que Ángelus esta muerto y de que todos tus planes se fueron por el caño- dijo Frederick, sacando un cigarrillo y encendiéndolo- Es una lastima, ¿sabes? Pero era previsible que terminarías así. Siempre fuiste un completo inútil.
-¡Púdrete!
-Eso no son modales muy apropiados para dirigirte ante mí. Ya sabes que si yo quisiera, podrías morir ahora- chasqueo sus dedos.
Los vampiros a sus órdenes estrecharon aun más el cerco.
-Pero claro, ¿qué clase de caballero seria así lo hiciera?
Spike hizo unos rápidos cálculos mentales. Sus chances de sobrevivir a un ataque contra aquellos vampiros era mínima, actualmente. Asimismo, estaba dispuesto a correr el riesgo.
-Si vas a atacarme, te sugiero que lo hagas. No estoy de humor para tus bromas.
-¡Woa! ¡Vaya! ¡Pero que audaz! Lo lamento, pero no pienso complacerte... solo he venido para advertirte: no regreses nunca a Sunnydale. De ahora en más, este sitio es territorio de la Garra Negra.
-¿Garra Negra? Un nombre realmente muy creativo. ¿Lo inventaste tú?
-Por lo menos, es mejor que Spike- Frederick le arrojo el cigarrillo encendido el la cara- Recuérdalo: no vuelvas. Créeme, es por tú bien.
-¡Vete al diablo!
Riendo, Frederick y sus discípulos subieron a sus respectivos vehículos y se marcharon.
Después de un rato, Spike les imito. Poniendo en marcha el auto, siguió con su camino.
-Si quiere Sunnydale, que se lo quede- dijo- ¿A mi que me importa? ¡Veremos si todo su supuesto poder le ayuda para sobrevivir a la Cazadora!
************
-¿¿¿Cómo que no esta más en el pueblo???- rabioso, Frederick ahorcaba fuertemente con sus manos a un aterrorizado Richard.
-Glup... S-Si... E-Ella... ya no... Esta.
-¿Pero como demonios paso? ¿Dónde se fue?
-Ella... No lo sabemos. Después de la pelea contra Ángelus, abandono el poblado y a sus amigos. T-Todavía no nos queda claro el motivo.
-¡Demonios!- Frederick comenzó a pasearse por la habitación como un animal enjaulado- ¡Sunnydale ya es nuestro y me dices que la Cazadora no esta!
-¿P-Pero eso que importa? Usted mismo lo dijo, amo. ¡Sunnydale es nuestro! ¡Somos los dueños de este lugar!
-¡Idiota! ¿Es que no te das cuenta? ¡A quien yo quiero es a la Cazadora! ¡Tiene que pagar por lo que les hizo al Maestro y a Darla! ¡Debe ser mi mano la que la destruya!
-Serénese señor, por favor. Le aseguro que los nuestros ya están trabajando para localizarla. En poco tiempo, sabremos donde se oculta.
-Eso espero. Por tu bien, Richard. Eso espero...
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La larga procesión de vehículos que abandono Sunnydale en el mes de Junio hubiera provocado un cierto dejo de curiosidad, si alguien lo habría visto.
Sin embargo, todo ocurrió con sumo cuidado a altas horas de la noche, por lo que ninguno de los habitantes del pueblo se entero.
Ocupando su asiento en su limousine, Frederick no dejaba de mover su pie derecho, inquieto. A su lado, su fiel discípulo Richard escribía rápidamente en una pequeña computadora portátil.
-Espero que los datos de tu gente sean fidedignos- comento Frederick- Si no...
-Quédese tranquilo, amo. Son gente de confianza.
-No suelo confiar en los demonios. Son muy mentirosos.
-Esta es una excepción. Les pagamos bien por la información.
El vampiro líder no dijo nada. Sumido en sus pensamientos una vez más, calculaba lo que a continuación iría a ocurrir.
Según lo que Richard averiguo, la Cazadora abandono Sunnydale en secreto, yendo a alojarse en algún sitio cercano a la ciudad de Los Ángeles. Los motivos seguían sin ser claros, pero dado lo que había leído en los informes sobre el tórrido romance entre ella y Ángel, no hacia falta pensar mucho para darse cuenta de cómo venia la mano.
La culpa de haber matado a Ángel la atormentaba. Se sentía responsable.
¡Bien! ¡Aquello seria de mucha ayuda! Una Cazadora con la moral derrumbada la transformaba en un rival muy débil. Probablemente, no sintiera deseos de vivir más...
-Mucho mejor- pensó- Darle muerte será... más satisfactorio.
Buffy caminaba sin mirar a su alrededor. Con el cabello atado y vistiendo con su chaqueta negra, cruzaba la calle llevando entre sus manos una bolsa cargada de los pocos vivieres que pudo comprarse en un supermercado cercano.
El solo pensar en regresar a aquel departamentucho que ocupaba ahora, le provocaba nauseas. Y más cuando rememoraba la ingente cantidad de cucarachas que descubrió en el baño la primera vez que se instalo.
En fin... creo que podría haber sido peor, se dijo apurando el paso.
Sin que ella lo supiese, muy lentamente, una camioneta negra la seguía de cerca. Sus conductores eran los vampiros de la Garra Negra.
-Atentos, aquí Vigía-1... Confirmado. La Cazadora esta en el rango este. Espero instrucciones. Cambio- indicó uno de los vampiros por un Walkie-talkie.
-Te escuchamos, Vigía-1. Síganla de cerca y no hagan nada hasta que todos estemos allá. Corto y cambio.
Una especie de sexto sentido se ilumino en la cabeza de la Cazadora. Muy despacio se detuvo en una esquina iluminada y miro de reojo a sus espaldas.
La camioneta negra se había detenido.
Si, la seguían. No fueron impresiones erróneas. Reanudo la marcha para comprobarlo y siempre mirando con cuidado, vio que la camioneta la imitaba. Ya no tenia dudas.
-Lo único que me faltaba. Como si no tuviera suficientes preocupaciones- murmuro para sí Buffy.
Decidió burlar a sus misteriosos perseguidores. Tomando un atajo por un callejón, salto al patio oscuro de una casa cercana y espero a que el furgón hubiera pasado, para volver a salir.
Aquella maniobra de despiste tan simple funciono. Los vampiros en el vehículo se sintieron desconcertados al no verla más. Dieron vueltas y vueltas por la zona, pero ya no pudieron encontrarla.
-¡Maldición! ¡El jefe nos va a matar! ¿Dónde diablos se fue?
-¡Síguela buscando! ¡No puede haber desaparecido como si nada!
Efectivamente, Buffy no andaba muy lejos. A pesar de que su instinto le decía que lo mejor era volverse cuanto antes al departamento, su experiencia como Cazadora le hizo saber que aquellos sujetos que la venían siguiendo no eran humanos.
De pie bajo una escalera de entrada a un edificio y resguardándose por la oscuridad, la muchacha espero a que la camioneta volviera a pasar. Cuando así sucedió, salió de su escondite y estaca en mano, los alcanzó plantándose delante suyo.
El conductor freno el vehículo.
-Hola, ¿me buscaban?
-¿Dónde demonios están? ¿Por qué tardan tanto?- pregunto Frederick, irritado.
Sus hombres y él detuvieron sus autos en un descampado y esperaban ansiosos la llegada de los vampiros que divisaron a la Cazadora.
-Calma- pidió Richard- De seguro, ya llegaran...
Una bocina llamo la atención de los presentes. La camioneta se acercaba rápidamente a ellos por un sendero repleto de barro.
-¡Al fin! ¡Ya era hora!
-Pero viene a toda velocidad... ¡si no se detiene va a chocarnos!
Richard se adelanto y comenzó a agitar sus brazos a modo de señal para que los ocupantes del vehículo se detuvieran. Nada ocurrió. El furgón siguió acercándose más y más, con rapidez.
-¡Hey! ¡Deténganse!- grito.
-¡¡¡Cuidado!!!
La camioneta termino llevándoselo por delante. Finalmente, se estrello contra la limousine provocando una violenta explosión.
Todos los espectadores fueron presas del pánico. Algunos de los vampiros corrieron a asistir a su amo, quien a duras penas salto justo a tiempo, salvándose de morir calcinado.
-¡Señor! ¿Esta usted bien?- pregunto uno de sus discípulos, tendiéndole una mano para levantarse.
-¡Demonios! ¡Es una emboscada!
Una figura salió de entre las sombras cercanas y con varios movimientos ágiles, estaqueo a dos sorprendidos vampiros, reduciéndolos a cenizas. Era Buffy.
-¡¡¡La Cazadora!!!
-Buenas noches- saludo la muchacha, sarcástica- Siento haberles arruinado ese estupendo coche.
-¡¡Mátenla!!- vocifero Frederick.
Era la hora de la acción. Dos vampiros la rodearon, dispuestos a terminar con ella.
-¡Muere!- grito el primero, arrojándole un puñetazo.
-¡No eres tan rápido!- exclamo, esquivando el golpe- ¡Y además, eres muy estúpido!
De una patada, la Cazadora lo tumbo en el piso y sacando su estaca, lo convirtió en cenizas. Su compañero intento intervenir, pero ni lenta ni perezosa, Buffy se giro sobre si misma y cuando él menos se lo espero, también lo mato.
-¡Listo! ¡Que pase el siguiente, nomás!
Otro vampiro intento agredirla. Portando un gran sable que revoleo magistralmente sobre su cabeza se dispuso a partirla en dos.
-¡Es tu fin!- dijo.
-No. No lo creo.
Buffy se agacho y esquivo los sablazos. A continuación, golpeo al vampiro en el estomago obligándolo a soltar el arma. Apoderándose de ella, le cerceno la cabeza.
-Muy bien, ¿alguien más?
Del numeroso grupo que había venido con Frederick, solo quedaban cinco. Al ver la fiereza en el rostro de aquella muchacha, se acobardaron y se dieron a la fuga, abandonando a su señor.
-¡¡¡Regresen aquí, idiotas!!!- les grito Frederick.
-Parece que te has quedado solo- espada en mano, la Cazavampiros se acerco.
-Si, así parece.
Frederick rió. Ciertamente, hasta él la subestimo. Aquella chica si que era muy inteligente.
-No se de que te ríes. Sinceramente, yo habría esperado un ¡por favor, Sra. Cazadora, no me mate!- se burlo ella.
-No soy de esos. Indudablemente, no pienso rendirme.
-Entonces vas a morir.
-Lo dudo mucho, chiquita.
Si, la subestimo. Pensó que iba a encontrarse con un rival débil y compungido, sumido en una pena enorme, pero en lugar de eso hallo a una fiera, dispuesta a terminar con todos.
-¿Y bien? ¿Me vas a atacar... o no?
-Desde luego.
Frederick se saco el pesado abrigo negro que hasta entonces estuvo usando. Con un rápido movimiento de sus manos, dos cuchillas filosas emergieron de unas agarraderas colocadas en sus brazos.
-Vaya... veo que estamos bien armados.
Rugiendo, la ataco. Se arrojo contra ella sacudiendo los brazos en un intento de cortarla. Dinámicamente, la Cazadora se protegió con la ayuda de la espada robada al vampiro muerto y atajo todas sus arremetidas.
-¡Peleas bien, querida! ¡Pero no lo suficiente para mi!- la desafió él.
-¿Ah, no? ¡¡Ataja esta, chupa sangre ridículo!!
Buffy revoleo la espada como un esgrimista profesional y aprovechándose de un descuido de su enemigo, le hizo un profundo tajo en la pierna.
-¿Qué te pareció eso?
-¡Maldita!
Frederick la pateo. Buffy cayó dentro de un charco de barro y soltó su arma.
-¡Te llego la hora!- el vampiro extendió sus brazos, dispuesto a clavar aquellas cuchillas sobre su frágil cuerpo.
-No... Todavía no.
Velozmente, la Cazadora tomo un puñado de fango y se lo tiro en el rostro al vampiro. La visión de Frederick se vio súbitamente interrumpida por unos segundos, los cuales la chica aprovecho para ponerse nuevamente de pie y arremeter contra su cuerpo, tomándolo de la cintura y levantándolo en el aire para luego arrojarlo pesadamente unos centímetros cerca de las llamas crepitantes de los automóviles destruidos.
-¡Hace falta mucho más para destruirme que eso, niña!- dijo él, jadeando.
-¿Sabes una cosa? ¡Me estas cansando!
Tomando velocidad, la muchacha se largo a la carrera y cuando estuvo bien cerca suyo, le dio una feroz patada voladora, la cual termino de arrojar al estupefacto Frederick dentro de las flamas detrás suyo.
El fuego avanzo sobre el vampiro y en cuestión de segundos, comenzó a quemar su carne. Frederick chillo y comenzó a retorcerse, presa de un dolor que nunca antes en su larga existencia había sentido. A duras penas salió de la pira de chatarra encendida y huyo, perdiéndose en la noche convertido en una flama viviente.
-¡Rayos!- Buffy se miro las manos y el traje- ¡Ese maldito me ha ensuciado toda con barro! ¡Ahora voy a tener que darme un buen baño para sacarme esta mugre!
Suspirando, la chica comenzó a caminar lentamente, alejándose de aquel sitio. A la lejanía ya se oían las sirenas de un camión de bomberos.
-Y lo peor, es que ni sé quien era ese sujeto ni por que me ataco. ¡Demonios!- se quejo.
Todavía ardiendo, Frederick corría desesperado por el largo y oscuro descampado.
El dolor era cada vez más enorme. Por más que se arrastraba y trataba de sofocar el fuego, este no se apagaba.
-¡¡¡DEMONIOS!!!
Comenzaba a perder la conciencia. El sufrimiento que padecía era tal que sabia que se convertiría en cenizas de un momento a otro. Sin más fuerzas, se derrumbo entre la maleza.
Cerro los ojos, mientras el fuego hacia el resto.
************
Plic, plic, plic.
El sonido invadió todo su ser. Lo escucho primero como si se hallara en el interior de una fosa muy profunda. Luego, aumento su potencia hasta convertirse en algo insoportable.
Frederick abrió los ojos y se encontró inesperadamente mirando como la lluvia de una tormenta caía a raudales a su alrededor.
Le costaba respirar y todavía le dolía el cuerpo. Muy lentamente, intento incorporarse...
-¡Maldición!- se quejo.
Dios santo. ¿Aquella había sido su voz? Sonó ronca, áspera, gutural. Al parecer, el fuego hizo más daño del que podía haber calculado.
Temblando (a causa del dolor y del frío) Frederick apenas pudo ver sus manos, gracias a la poca iluminación reinante en la zona. Estaban quemadas, purulentas.
-¡Mis... manos!- exclamo, presa del pánico.
Explorando su cara, el vampiro se dio cuenta que había quedado igual que el resto de su cuerpo. Retorcida, llagada...
Sabía que aquello sanaría. Se suponía que así seria. Estaba entre uno de sus poderes preternaturales regenerarse cada vez que era herido o dañado. Sin embargo, nunca oyó de un vampiro que se quemara tanto como él y sobreviviera.
Tenía suerte. O eso creía.
Toco su cabeza. ¡Su cabello! ¡También desapareció! El poco que le quedaba caía convertido en ceniza al simplemente tocarlo.
-¡Por todos los demonios! ¡¿Qué diablos me ha pasado?!
De un salto, se puso de pie. Mala idea. Un fuerte mareo lo acometió y todo el mundo a su alrededor comenzó a girar.
Se vino abajo. La caída fue brusca. Las piernas le temblaban de manera involuntaria.
-¡Esto no me puede estar pasando!- dijo y volvió a intentar pararse.
Con mucha dificultad, lo logro. Sobre su cabeza, un trueno estallo en el cielo.
Tambaleándose, dio un paso tras otro, tratando de encontrar donde refugiarse, hasta que la tormenta terminase. Vacilantemente llego hasta un edificio cercano, totalmente en ruinas.
Dejándose caer en el interior de una sala repleta de escombros y de mugre, vomito ruidosamente.
Todo seguía girando a su alrededor y el simple contacto del aire con su piel chamuscada le provocaba espasmos de más sufrimiento.
Otro trueno retumbo en el cielo. Tiritando a más no poder, el vampiro se arrastro hasta un rincón y allí se quedo, acurrucado.
Una sola palabra surgió en su mente, mientras oía la lluvia caer en el exterior: derrota.
La chica fue mucho más lista y enérgica que él. Cometió un gravísimo error al esperar demasiado. Confió que al observarla tanto tiempo y registrar todos sus movimientos, le ayudaría a descubrir sus debilidades y vencerla, pero no.
Esta Cazadora era infinitamente diferente. Era imprevisible. No se la podía controlar ni se podían prever sus acciones. Ella era una mezcla de puro instinto e inteligencia. Actuaba como mejor le convenía y con lo que tenia a mano.
Y él, confiado en su poder, en sus discípulos, creyó neciamente que podría cercarla y vencerla.
Que tonto.
...Y ahora, lo estaba pagando en carne propia, nunca mejor dicho.
-¡¡Pero eso no va a volver a suceder!!- dijo, rechinando sus dientes- ¡La destruiré! ¡Juro que le haré pagar caro esto! ¡Ya vera de lo que soy capaz!