Renacer:

 

Capítulo 1:

La vida es complicada, al supuesta vida que había tenido hasta entonces. Morir fue la forma de huir de su tormento, pero no había escapado. Seguía teniendo consciencia. Seguía recordando todo aquello que creía haber dejado atrás. Sus miedos sus deseos, sentimientos,...Todo volvía a su mente una y otra vez, incluso aquellos actos de su vida que más aborrecía.

Y la seguía viendo, llorando, despidiéndose de él, pero a su vez reteniéndole. No amándolo lo suficiente pero si lo necesario para que no pudiera seguir su camino.

No, la muerte, el olvido le eran negados, demasiados actos tenía a sus espaldas que le impedían ir a cielo o infierno. Tenía que seguir esperando hasta que le admitieran, esperando en la nada pero recordando, recordando como había matado a cientos  como había salvado a otros, recordando el odio que le había llevado a asesinar y a la vez el amor que le había llevado a dar su vida por el resto.

Prefería la vida con todo su dolor y sufrimiento, a esta muerte convertida en un tormento infinito. ¿Que le había llevado a pensar que encontraría la paz?. La esperanza, la esperanza del olvido era lo único que le había llevado a actuar así. No, mentira, también había sido el deseo de dar parte de lo que había recibido.

En la inmensa oscuridad que le rodeaba algo cambió, no sabía el que, pero algo había cambiado. No solo los recuerdos le rodeaban, también había algo más, esperanza. Una luz parpadeaba a lo lejos, aumentando, no una luz, un reflejo, como ver la vida a través de un espejo.

Un paisaje sombrío, un cementerio. ¿Quién sería tan cruel como para recordarle su vida y su muerte? Lo que había tenido y lo que nunca tendría. Solo un pequeño grupo de tumbas se veían, una d ellas con su propio nombre, el verdadero, el que decidió olvidar hacia más de un siglo el día en que murió y renació. Pero sus restos no descansaban allí. De él solo quedaban cenizas, cenizas que se mezclaron con el polvo y la tierra.

Recorrió con la mirada el paisaje que durante casi toda su existencia había formado parte de él. Mecánicamente rebusco en su abrigo, recordando en el último momento que no lo tenía, pero si, al parecer su mente le jugaba malas pasadas, y sintió la pesada prenda sobre sus hombros. En el último bolsillo encontró un paquete de tabaco medio vacío, con un mechero en su interior. Se llevó un cigarro a los labios, lo encendió y le dio una larga calada. Una de las pocas cosas mundanas que había echado de menos.

Estaba volviéndose loco, de ahí el paisaje y la ropa, pero también se sentía seguro con ese atisbo de existencia.

Una sombra se recortó en el paisaje, moviéndose lentamente pero segura entre las tumbas, una sombra en una noche en la que las nubes impedían pasar la luz de la luna. ¿Que le querían mostrar, que debía ver antes de enloquecer aun más?. ¿No podía disolverse en el olvido y dejar de recordar todo lo que había perdido?.

Un poco de aire se levantó al otro lado del espejo, haciendo que las nubes se retiraran, dejando que la luna iluminara a la figura que se arrodilló delante de su lápida.

Su tormento no tenía fin, alguien había decidido mantenerle sufriendo por toda la eternidad. La luz iluminaba levemente su cara, una que recordaría mientras su mente no se sumiera en el olvido eterno. Un rostro que había odiado y amado por igual, pero que una vez que había empezado a amar, no podría olvidar jamás. ¿Por qué tenían que enseñarle eso y por que dolía tanto si estaba muerto?.

Ella tocó levemente la lápida, murmurando su nombre, su rostro inexpresivo, hasta que el dolor estremece su ser y unas lagrimas cayeron sobre su tumba. El sintió el roce de su mano, las lagrimas en su mejilla, la sal cuando llegaron a sus labios. La muerte era peor que la vida.

Un movimiento al borde de la visión atrajo su atención, la luz reveló otro rostro, uno que creía haber amado, pero que solo traía destrucción y dolor. Una férrea determinación  lo iluminaba, y el era un mero observador que intuía el peligro que se alojaba en el. Sabía que la muerte seguía rondando a aquella por la que había dado su vida, que su sacrificio no había servido de nada. Un grito se formó en sus labios, su garganta intentó articular sonidos, pero sabe que nada la salvará, que el no puede intervenir, algún extraño poder se estaba vengando de el, haciéndole sufrir más allá de la muerte. Sus músculos actúan por impulso, recordando su fuerza y elasticidad, se abalanza hacia el espejo donde ve las imágenes, sin pensarlo, sabiendo que su esfuerzo no sirve de nada, que ella morirá, y el no podrá hacer nada para evitarlo.

Su mente sigue divagando sobre la crueldad a la que le someten mientras su cuerpo actúa, las yemas de sus dedos tocan el cristal, que se convierte en mercurio liquido mientras su mente intenta descubrir que está pasando. Cuando su cuerpo traspasa el cristal se dirige a por  aquel rostro lleno de odio, un rostro que cuando le ve aparecer se transforma en miedo. Los dos forcejean mientras la otra figura se queda tendida en el suelo, más asombrada todavía. La lucha se vuelve encarnizada, los golpes se suceden, sus rostros cambian mientras el intenta saber que pasa. A que extraña prueba está siendo sometido. Ella cae, el también, su mano se cierra sobre una rama, ella intenta desembarazarse de el, mientras la presa se hace más fuerte. Su mano levanta la rama y la hunde en su cuerpo. Los labios de ella se mueven suavemente diciendo  su nombre, explicándole lo mucho que le ama, mientras su cuerpo se convierte lentamente en cenizas.

El se levanta y se acerca hasta la figura agazapada junto a la lápida. Sabe que todo es un sueño, o más bien una pesadilla, pues cuando termine volverá a sentir el dolor de su separación. Ella pronuncia su nombre, mientras el se arrodilla a su lado. No se atreven a tocarse, no quieren estropear el momento sabiendo que no es real, que no es más que otro sueño. Por fin ella se atreve a mover la mano hacía su rostro y le acaricia lentamente, preguntando si es real. No habla, siente el roce de su mano en la mejilla, el roce de sus dedos en los labios, el sabor salado de las lagrimas que ha secado con ellos. Todo parece tan real, tan cercano, que el se pregunta si todo es real y pronuncia su nombre lentamente, atrayendo hacia si ese rostro que no olvidan sus pensamientos.

 


Capítulo 2:

Los días pasaban, las semanas, los meses, y todo seguía igual que siempre. La casa se había ido vaciando, y excepto su sucesora no quedaba nadie más. Ella seguía con la vida de siempre sin nadie más que su hermana de aquellos que había amado. Pensando en lo que creía que era la lucha final, y como gracias a él, el mundo volvía a ser el de siempre. Con su vida tranquila de día y la caza de noche.

El instituto había abierto sus puertas de nuevo, pero por fin se había cambiado su emplazamiento. Seguía teniendo su trabajo, pero como podía aconsejar sobre la vida cuando ella no tenía una propia, cuando los seres que amaba se alejaban de ella, cuando vivir cuando otros habían muerto le dolía tanto.

Oscurecía en la ciudad mientras ella preparaba la cena, el resto ponía la mesa mientras charlaban animadamente, la vida seguía, de alguna extraña forma la vida seguía. Después de la corta cena, extrañamente silenciosa, se despidió de todos cogió un par de armas y salió a la noche. Tenía una parada que hacer, como cada noche desde hacia casi un año. Para recordar a los que se habían ido, demasiados. Para algunos la vida no seguía.

El cementerio estaba desierto, las nubes tapaban la luna y las estrellas, y ninguna luz iluminaba sus pasos, pero sabía el camino de memoria. La familia primero, pasa por delante sin atreverse a expresar con palabras hasta donde llegan su pena por la pérdida. Luego los amigos, a unos los conoció bien, a otros le hubiera gustado. La última parada la peor, toda una vida juntos, primero como enemigos, luego como algo más, pero hasta el final no se dio cuenta de lo mucho que le necesitaba. Hasta que fue tarde y le fue arrebatado, hasta que él decidió dar su vida por el resto.

Cae de rodillas delante de su tumba, sabiendo que nada de el a quedado para recordarlo, sabiendo que nada de el ha quedado para recordarlo, sabiendo que solo puede llorar ante una tumba vacía. Acaricia la lápida lentamente, se abraza a ella deseando que fuera el, y sus emociones la traicionan permitiendo que unas lágrimas mojen la lápida.

Algo cambia, siente su presencia, protegiéndola, tratando de decirle algo. Un grito a sus espaldas, y ve un rostro fantasmal lleno de odio un rostro que pronto refleja el miedo al mirar más allá de ella. Ella se vuelve y ve una aparición en mitad del paisaje y siente que están jugando con ella, que están retorciendo un cuchillo en su corazón. Las dos figuras se enzarzan en una pelea. Ella está paralizada, sus pensamientos corren desbocados al tiempo que su corazón. Solo ha amado a dos seres sabiendo que eran parte de ella, la luz y la oscuridad, el día y la noche. Dos seres que le fueron arrebatados, uno por el bien de su cordura, sabiendo que su amor les destruirá, el otro dando su vida por ella, y por todos, los dos amados.

Ahora alguien juega con ella, le hace recordar el dolor de su pérdida. La lucha continua, ve las imágenes a cámara lenta, hasta que por fin llega el desenlace. La figura que ha sobrevivido se acerca hasta ella. Le mira atentamente intentando reunir las fuerzas suficientes para acercarse a el, tocarle, averiguar si es real o todo es fruto de su imaginación. Levemente su mano se eleva y acaricia suavemente su rostro, sus labios. Ella se pregunta si es real, y no recibe ninguna respuesta, todo vuelve a ser un sueño. Hasta que después de lo que parece una eternidad, sus labios pronuncian su nombre, su rostro se acerca al de ella y por fin siente su cuerpo contra el suyo y el aliento de él en sus labios.

 


Capítulo 3:

Silencio, nada más a su alrededor, y oscuridad rodeando a las dos figuras abrazadas, reclinadas contra una lápida. Los dos temen hablar, que el sonido de sus voces rompa el momento perfecto de la noche. No saben cual se atreverá a hablar primero. Pero deben hacerlo, ya que hay demasiadas preguntas sin respuesta, que deben ser contestadas antes del amanecer.

Las manos de ella le acarician lentamente el rostro mientras su miran a los ojos. Debe reunir el valor suficiente para decir lo que siente, para transformar en palabras los pensamientos que se agolpan en su cabeza.

-Es real?.- Parece un siglo desde que realizó esa pregunta por primera vez. Teme la respuesta.

-No lo se, quisiera...-Pero no terminó de hilar sus pensamientos sabiendo el dolor que provocaría hablar de sus miedos y deseos.

-Yo, no se si podré perderte de nuevo. No creo que pueda pasar otra vez por todo.

-Lo se asesina(preciosa), esta es una cruel venganza. Dejarme verte de nuevo, sentirte entre mis brazos, y saber que no es real, que nos será arrebatado de nuevo.

-Cuanto tiempo tenemos?

-Si esto fuera una mala novela rosa o uno de mis pésimos poemas yo diría que hasta el amanecer.

-No, no puede ser, ahora que te tengo de nuevo no te dejaré que te vayas tan fácilmente.

-Debo hacerlo.

-Sigues siendo el mismo, estas vivo y no quiero perderte.

El la silenció con un beso. Se separó de ella y la ayudó a levantarse.

-Has vuelto por una razón, y no creo que solo sea para salvarme la vida otra vez.

-Volveré las veces que haga falta para eso, y lo sabes, hasta el fin del mundo soy tuyo.- Su mirada se perdió en la noche y sus labios esbozaron una sonrisa ambigua.- Puede que ellos sepan el porque, si quieres les preguntamos, aunque no me gusta mucho su aspecto.- Ella se da la vuelta. Un grupo de encapuchados se dirigen hacia ellos, seis o siete figuras les rodean.

-Tenemos que dejar de vernos así preciosa.

Espalda contra espalda, se ponen en guardia esperando el ataque. Una de las figuras se quita la capucha dejando ver un rostro exquisito y marfileño, un muerto en vida, un vampiro.

-Sabía que ella no conseguiría matarte, pero tenía que darle la primera opción.

-Quien eres?

-Lilith.

-Eso es imposible, es solo una leyenda.- El se puso entre ambas.

-Vamos tampoco será para tanto. Nos hemos enfrentado a cosas peores que un grupo de vampiros dirigidos por una drag queen, no te ofendas,

-No estoy ofendida niña. Veo que te he infravalorado. Ella vino a por ti, por que le arrebataste su posesión más preciada.- Se acercó lentamente a ellos y paró delante de él.- No se dio cuenta que te había perdido irreversiblemente. Y has vuelto solo para salvarla.- Deslizó sus dedos por su rostro siguiendo el contorno del mismo.- No se como lo has conseguido, pero me has logrado impresionar. Supongo que la bruja te habrá ayudado.- Se separó de ellos mientras sus secuaces desaparecían en la noche.

-El hechizo debe durar poco, así que seré magnánima con vosotros. Asesina tienes tres días para prepararte, luego serás mía.

Las palabras resonaron entre las tumbas mientras la quietud reinaba de nuevo en la noche.

-No te cansas de tener que salvar al mundo de desastre.?

-Creo que lo tengo prohibido explícitamente en el contrato.

-Debes irte. Ve a casa y avísales.

-No pienso dejarte aquí, ya lo has oído, eres mío. Ven.

Sus ojos le forzaron a moverse una manos la agarró y ella echó a andar guiándolo fuera de lo que había sido su hogar.

-No debo, seguro que pasa algo, no hay que jugar con los hechizos.

-Quien ha dicho que esto sea un hechizo?

Llegaron a casa, a oscuras excepto por la vacilante luz de la televisión en el salón. Alguien espera su vuelta. Ella le coge la mano tirando suavemente de el, abre la puerta y le guía al interior de la casa, ni siquiera tiene que invitarle a entrar, forma parte de ella..

Una joven dormía en el sofá frente a la televisión, que emitía silenciosos anuncios de la teletienda. Oye el ruido de la puerta y se despereza con una sonrisa en los labios.

-Hoy llegas tarde, que tal la caza?.- Repara en la figura que está detrás de ella y sus labios ahogan un grito.-Que es?

-Esperaba que tu me lo dijeras bruja, pensaba que habías sido tu la responsable.

-Yo, no tengo ese poder.

-Si no ha sido un hechizo...

-No le han resucitado, ni nada de eso, es como si todo fuera como antes, como si nunca hubiera desaparecido.

-Será mejor no hablarlo ahora, vete a dormir, mañana nos espera un día duro. Ven conmigo.

Los dos subieron las escaleras y entraron en el cuarto de ella. Bajaron las persianas y se tumbaron en la cama abrazados, sin saber que decir ni a donde les conducirían las palabras.

-Puede que esto sea real que tengamos tiempo.

-No lo creo cazadora, la vida nunca da sorpresas agradables.

-Esa noche, el último día...

-No hace falta que digas nada. Lo se. Se que nunca me amarás como yo quiero. No importa. Me basta con que no me alejes de tu lado.

-Yo...-Las lagrimas empezaron a humedecer sus ojos.

-Da igual, calma.

-No, no da igual.- Ser acercó más a él.- Me costó mucho darme cuenta de cuanto te necesitaba. Hasta que te perdí no me di cuenta de que formabas parte de mi. Que sin ti mi vida no tenía sentido.

-No digas nada. Piensa en lo que dices.

-Te amo, eso es lo que digo.

-No me tortures más.- Se levantó de la cama y encendió un cigarro.- Quieres que siga sufriendo, quieres que cuando tenga que dejarte de nuevo, tenga que recordar tus palabras y seguir recordando.

Ella se levantó, se acercó hasta el y rodeó su cuello con sus brazos.

-Yo no podría perderte de nuevo.- Le besó suavemente.- Espero que por fin te entre de una vez en esa cabezota. Te quiero.

-No puede ser verdad.

-Por qué? No puedes pensar que yo te quiera?

-No, no lo merezco, yo soy un monstruo, un ser despreciable, y tu eres...

-Es mentira, tu alma deslumbra, eres un ser maravilloso al que amo. O voy a tener que golpearte hasta que entres en razón?

-Bueno sabes que eso no me importa.- Una sonrisa traviesa iluminó su rostro.

-Tonto.- Pero no pudo decir nada más, ya que el la aprisionó entre sus brazos y la besó largamente.

El beso se volvió frenético, la manos apartaron la molesta ropa con un ansia que nacía de la separación de tanto tiempo y la amplitud de sus sentimientos.

 


Capítulo 4:

Despertó demasiado temprano, recordando mientras su conciencia se despejaba que era sábado. Nada tenía que hacer en ese fin de semana excepto recuperar el tiempo perdido con su hermana. Cada día las penas y el recuerdo las separaban más. Casi no la veía, durante el día tenía su trabajo y durante la noche la caza y sus recuerdos.

Decidió levantarse y preparar el desayuno para los que vivían en la casa. Más tarde iría a despertarla. Intentaría arrancarle más de una o dos palabras. La casa estaba silenciosa, todos dormían. Primero decidió ordenar un poco la casa durante un par de horas, y esperar a una hora decente para cocinar.

El desayuno estuvo listo en poco tiempo y fue a despertarla. Casi le daba pena tener que hacerlo. No descansaba lo suficiente. Aun así debía hacerlo si quería pasar unas horas con ella. Subió las escaleras y llamó suavemente a la puerta.

-Estas despierta?.- Lentamente giro el picaporte. Las persianas estaban bajadas y solo la luz que entraba del pasillo iluminaba la habitación. Lo primero que vio fue un montón de ropa tirado en el suelo. Lo fue recogiendo hasta que se topó con un extraño abrigo negro. Sabía que su hermana no tenía ninguno igual.

Miró hacia la cama y cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra distinguió dos figuras enlazadas entre las sabanas revueltas. Ella con una sonrisa en su rostro dormido, un rostro lleno de paz. Y el, unas facciones que la edad no había tocado en marcado por un pelo rubio teñido. Sus ojos le jugaban malas pasadas, pues el se había ido hacía casi un año.

Sus labios se movieron involuntariamente y le llamaron por su nombre. La figura se removió inquieta, sus ojos se abrieron y la miraron fijamente.

-Pequeña.- Se movió despacio, evitando despertarla.

-Eres tu?.- La joven le miraba asombrado, no sabiendo si era real o no.

-Eso parece, salgamos.

-Espera, antes debo bajar las persianas.- La joven desapareció unos instantes mientras el se vestía, cuando volvió le hizo una señal para evitar hacer ruido.

Bajaron juntos la escalera, sella se sirvió una café, y recordó la botella medio vacía que había en la nevera. Echó un poco del liquido en una taza y lo calentó unos instantes, lo dejó enfrente de él mientras se sentaba a la mesa.

-Como has vuelto?

-No los e.

-Has estado fuera mucho tiempo

-Toda la eternidad, recordando cada momento en este mundo, sintiendo el dolor de la pérdida.

-Por que has vuelto?

-No lo se.

-Como siempre eres una buena fuente de información.

-Lo siento.

-Desde cuando eso ha formado parte de tu vocabulario?

-Supongo que algo ha cambiado.

-Espero que no, perderías todo tu encanto.

-Eso nunca, me gusta como soy.

Unos pasos rápidos se oyeron en la escalera y ella apareció en la cocina un poco alterada.

-Creí...

-Como ves sigo aquí, aunque no me lo creo ni yo.- Dio un largo trago a la taza y sacó un cigarro del bolsillo. La más pequeña puso cara de asco.

-Deberías dejarlo, te va a matar.- Dos cabezas se volvieron hacia ella, mirándola con sorna.- Vale no he dicho nada.

Los tres se quedaron unos segundos en silencio hasta que las primeras risas se escucharon. En medio de la alegría dos figuras más se sumaron al grupo, y se quedaron intimidadas por el ambiente festivo.

-Venga, he preparado un desayuno fantástico.

Todos se sentaron a la mesa hablando animadamente, pero sin atreverse a mencionar su vuelta, ni lo que les amenazaba ahora. Al final la más pequeña se atrevió a hacer la primera pregunta.

-Que nos perdimos anoche?

-Bueno lo de siempre. Una vieja conocida intentó matarme, el volvió, la mató, y luego se presento la drag queen.

-Creo que de eso último no me he enterado.

-Ya sabes, vampira, aires de grandeza y que pretende matarme en tres días.- La joven se encogió de hombros con indiferencia. Todos se quedaron en silencio, mientras la miraban expectantes.

-Vale, vale, Hay que llamar al grupo, nuestra experta en hechizos, intenta averiguar porque tenemos al rubito de nuevo con nosotros. Tu enana, busca todo lo que exista sobre una reina vampiro llamada Lilith. Y nosotros tres saldremos esta noche de caza a ver que averiguamos.

-Yo se quien es.- El vampiro volvió a enmudecer.

-Y a que esperas?

-Siempre creí que era una leyenda. No os suena el nombre?. No vais mucho a la Iglesia verdad?

-Teniendo en cuenta  que por alguna extraña razón a vosotros os gusta salir los sábados, el domingo no suelo estar para madrugar.

-En la Biblia hablan de ella. La primera en abandonar la luz del sol. La cábala también la menciona. Fue la primer mujer que creó dios, pero si Eva le decepcionó, Lilith le horrorizó.

-Estas diciendo que el gran hombre cometió un error en la creación y por eso ahora tengo que pasar mis noches matando chupasangres?

-Más o menos.

-Estoy harta de tener que limpiar la mierda de otros.

-Así es la vida cariño.

-Bueno, por lo menos no es un dios, un demonio invencible ni el primer mal, solo un vampiro viejo.

-Si, solo un vampiro muy viejo que vio el nacimiento de este mundo y que mató a la primera cazadora.

Todos se quedaron en silencio esperando una respuesta de ella.

-Creéis que me viene grande?. Yo creo que no es para tanto.

El la miró directamente a los ojos, sabiendo que tenía que animarla, pero a su vez sintiendo miedo de llevarla a hacer alguna locura.

-Grande no, pero muy peligroso si.

-Entonces que aconsejas.

-Creo que deberíamos avisar al grupo de la costa y que nos den toda la información que tengan. Y de paso preguntarles por el amuleto que nos dieron.

La bruja les miró extrañada, hacía mucho tiempo de eso.

-Que importancia tiene eso ahora? Se destruyo junto a la boca del infierno.- a pareja se miró a los ojos mientras decidían que hacer.

-El tiene la marca, en el pecho, justo donde llevaba el amuleto.

El joven se abrió lentamente la camisa negra, dejando al descubierto su nívea piel. Una especie de tatuaje marcaba el contorno del amuleto. Cuando comprobó que todos lo habían visto volvió a abrocharse rápidamente la camisa.

-No se que significa, pero puede tener algo que ver con mi vuelta.

-De acuerdo, yo me pondré en contacto con ellos, pero vosotros tendréis que salir solos, esto no me gusta.

-Vamos cielo, ya hacía esto cuando tu ni siquiera sabías que existíamos.

-Lo se, pero me preocupa.

-Tranquila nena, papi está aquí para cuidaros.- Sus labios dejaron de sonreír, y su rostro se puso serio.- Además puedo jurarte que mientras yo este en este mundo ella estará a salvo.

-No hace falta que lo jures.

-Pues entonces, que puede ir mal?

 

                                                                                               Capitulo 5